Con motivo de la celebración de los 150 años del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), Télam realizó una recorrida por la sede central de ese organismo, donde se recopila la información de las estaciones de todo el país, se realizan los pronósticos y alertas, para luego emitirlas al público y sectores productivos.
Al ingresar al predio, ubicado en Av. Dorrego 4019, barrio porteño de Palermo, se yergue el campo de observación.
«En la elaboración de cualquier tipo de pronóstico lo primero que se necesita es medir la atmósfera. Los meteorólogos necesitamos estar constantemente observando y tomando mediciones de ella, tanto cerca del suelo como en altura. Las mediciones que se conocen como convencionales (temperatura, precipitación, radiación) son las que se hacen en el campo de observación», explicó Cindy Fernández meteoróloga y comunicadora del servicio.
En Argentina hay alrededor de 125 estaciones meteorológicas distribuidas en el país y seis de ellas están en la Antártida; 50 estaciones tienen más de 100 años y 11 se consideran centenarias y seculares, es decir que no solo tienen un siglo de vida sino que realizan mediciones de manera ininterrumpida desde su creación.
«En algunas se hacen solo observaciones. Otras agregan otras mediciones como ozono, gases atmosféricos, campo magnético terrestre; y después están las que hacen pronósticos específicos como la Oficina Meteorología Aeronáutica, que hace mediciones puntuales para la aviación», detalló.
El campo de observación está compuesto por el pluviómetro, que mide la cantidad de lluvia y nieve caída y el heliofanógrafo, que mide la cantidad de horas con luz solar, es decir, la radiación directa.
«El pluviómetro mecánico tiene un tarro con una regla milimetrada. Anotas el dato y tiras el agua. Las mediciones se hacen a determinada hora. El electrónico tiene canaletas como dos cucharas conectadas que por el peso del agua vuelca a un recipiente. Almacena datos en la computadora, por eso la tasa de precipitación, que es qué tan rápido llovió, no puede medirse con el mecánico», expuso Fernández durante el recorrido.
En tanto, al heliofanógrafo se le coloca una faja de papel y el sol va quemando sin prenderse fuego y dejando marcado, «es un mecanismo que tiene un montón de años, pero que no se rompe».
Es por ello que, la especialista del clima hizo hincapié en que todos los instrumentos mecánicos tienen su equiparable en el electrónico, es decir, una versión «más moderna», pero que «hoy en día se siguen usando los mecánicos porque no dependen de la energía y funcionan siempre. Para el funcionamiento del electrónico tenes que asegurarte conexión a Internet para transmitir los datos. Todos tienen sus pro y contras, pero ningún elemento se suplementa, sino que se complementa».
También se encuentran los instrumentos de viento, como la veleta, que mide la velocidad del viento y el anemómetro, su intensidad, tienen que estar alrededor de unos 10 metros de altura por convención internacional; y el abrigo meteorológico, una especie de casilla para proteger los termómetros que miden la humedad y temperatura del aire.
Las mediciones en este último tienen que «hacerse rápido para no modificar los datos», ya que el sol calienta el material, de ahí que las puertas estén del lado contrario de donde sale.
Por eso, en las estaciones de la Antártida, donde tenes «el día polar», que el sol pega una vuelta de 360 grados, los abrigos tienen forma de pirámide y «vos entras por abajo».
Con respecto a cómo se recolectan los datos, Fernández señaló que las estaciones tienen observadores meteorológicos, «porque todavía hoy no existe un para hacer todas las observaciones», por ejemplo, la cantidad de cielo cubierto o los tipos de nubes; y en las estaciones que son todas electrónicas «se pierden datos, que nos puede brindar una persona».
A partir de los observadores, cada oficina del país recolecta y manda los datos a la sede central, trabajando 24 horas, los 365 días del año.
El servicio también dispone en el predio de estaciones meteorológicas móviles, que recorren eventos y ciudades del país, siendo una oficina de medición y pronóstico sobre ruedas.
«Si queres hacer una mediación en el medio de la montaña porque hay un evento y no hay estación fija, te vas con esto», aseguró la meteoróloga.
Al ingresar al edificio, podes encontrarte con instrumentos históricos del organismo que fue creado el 4 de octubre de 1872, bajo la presidencia de Domingo Sarmiento.
Parada frente a la zona de laboratorio (donde se llevan los elementos para calibrarlos o repararlos), Fernández contó que el SMN funciona como centro de calibración internacional, certificado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), por tanto los servicios meteorológicos de otros países calibran sus instrumentos en esta sede.
Los datos obtenidos en el campo, pasan por un control de calidad para ver que no tengan errores de tipeo, se procesan en computadoras como la HPC, que cruza datos y realiza simulaciones; y se almacenan en una base para poder ser utilizados por todas las áreas del servicio meteorológico.
Las pantallas con imágenes satelitales y de radares, conforman el área del pronóstico del tiempo y alertas, ubicado en el primer piso, donde se analiza la información y los meteorólogos plasman lo que ellos consideran que va a pasar en el futuro, es decir, sacan el pronóstico.
«Se emiten los pronósticos y alertas, para todo el país. Los pronósticos de siete y tres días, los regionales; y tenemos servicios y responsabilidades internacionales como el Centros de Avisos de Cenizas Volcánicas y los de seguridad marítima, ya que, un cuarto del Atlántico Sur está bajo nuestra responsabilidad», indicó Marcos Saucedo, director del área.
Con respecto al Sistema de Alerta Temprana (SAT), que comenzó a funcionar en el 2020 en esta área, Fernández mencionó que no solo se tiene en cuenta factores meteorológicos sino factores sociales, la vulnerabilidad y exposición de las personas, ante ellas.
«Si tenes para la Zona de Luján, el día de la procesión a la Virgen lluvias, pueden no ser tan fuertes pero considerando toda esa gente en la calle expuesta decidís sacar un alerta», ejemplificó.
Además el centro cuenta con un área de climatología, agrometeorología, de investigación y desarrollo; y comunicación y prensa, ya que, «nuestra responsabilidad es poder contar con lenguaje no tan técnico y poder educar sobre distintos fenómenos meteorológicos», concluyó Fernández.