ARTICULO PUBLICADO POR LEO GRACIARENA EN EL DIARIO LA CAPITAL, DE ROSARIO
Mientras cenaba con dos de hijos en un departamento de la ex Zona Cero, efectivos de la flamante Unidad Especial de Investigación de Crimen Organizado que depende de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) detuvieron a Claudio Javier “Morocho” Mansilla, el último prófugo de la bochornosa fuga de ocho detenidos de la cárcel de Piñero el 27 de junio de 2021. Durante el tiempo que estuvo prófugo mucho se especuló con que este pistolero había abandonado el país con destino Paraguay o Bolivia, pero no fue así: en los últimos seis meses estuvo alojado en otra provincia y luego volvió a la ciudad para esconderse en casas de la zona noroeste. En ese lapso, dicen quienes lo buscaron, nunca dejó de “trabajar” y al parecer sólo salía de su casa para ejecutar a alguna persona y manejar cuestiones ligadas a la venta de droga. Tiene 39 años y varios delitos pendientes por los que comenzará a ser imputado este sábado a la mañana.
Once días le faltaron al Morocho para cumplir un año como prófugo. Mansilla integraba la lista de «más buscados por la Justicia» que se renueva a partir de vaivenes callejeros como fugas, recapturas o detenciones. Con una condena a 25 años de prisión por un doble crimen y una acusación como instigador y financista de otro asesinato, Masilla es un pistolero de temer en la calle. De hecho está sospechado en investigaciones por homicidios ocurridos mientras estaba prófugo.
Salvo dos meses que pasó en una pequeña localidad de una provincia vecina ubicada a unos 400 kilómetros, Mansilla pasó los últimos once meses y medio en Rosario haciendo su vida. Según se pudo saber, en el último semestre residió en una casa de Blomberg al 3800 que fue propiedad de su hermana y que con el correr de los meses canjeó con un vecino de la ex Zona Cero por un departamento en Polledo al 4100, donde fue recapturado este jueves por la noche. Había regresado a la ciudad una semana atrás.
Pocas horas después de la captura, este viernes a la mañana la Policía de Acción Táctica (PAT) detuvieron en un operativo de rutina a Juan Carlos L., de 37 años, sindicado como miembro de la estructura comandada por Mansilla. Los efectivos llegaron a las inmediaciones del pasaje 1758 al 2200, barrio Santa Lucía, por una llamada al 911 que alertaba sobre la presencia de dos autos —un Renault Sandero y un Renault 19— que tendrían pedido de captura y serían utilizados por laderos del “Morocho”.
Maquillaje
Fuentes de la investigación contaron que Mansilla estaba viviendo sólo. Que camuflaba sus tatuajes en la cara colocándose base de maquillaje y una bufanda para cubrir su cuello. Y en la cabeza la capucha de un buzo o un gorro de lana.
Mansilla sólo salía de sus guaridas para realizar “trabajos” que podían estar vinculados con la narcocriminalidad o el sicariato. Trabajaba para él y con su propia banda. Se movía en un Peugeot 208 o un Volkswagen Fox.
El hombre habría admitido que “en un año fuera de la cárcel hizo más dinero que en toda su carrera delictiva, plata que invirtió en casas y autos”, explicó un vocero de la causa en manos de las fiscales Georgina Pairola y Marisol Fabbro. Los investigadores tienen al Morocho sospechado en varias investigaciones por homicidios ocurridos en el último año, entre ellos dos personas ejecutadas que aparecieron en un auto completamente calcinado hallado el 19 de abril pasado en inmediaciones de 27 de Febrero y provincia de Misiones, territorio de Mansilla.
Además de los puntos de venta de drogas que regenteaba, Mansilla le cobraba entre 25 y 30 mil pesos semanales a otros transeros que vendían en su territorio compuesto fundamentalmente por las barriadas de Santa Lucía, Cabín 9, Fontanarrosa (ex Zona Cero) y zonas aledañas.
Búsqueda de elite
Fue otra vez el comisario Maximiliano Bertolotti, ex jefe de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE) y director de la AIC, quien tuvo un papel central en la pesquisa. Se trata del mismo oficial de élite que comandó la captura de Esteban Lindor Alvarado en un camping de Embalse Río Tercero, en Córdoba, el 2 de febrero de 2019. Vale recordar que había sido corrido como director de AIC por el ex Ministro de Seguridad Marcelo Marcelo Sain tres semanas antes de que éste fuera removido de su cargo en marzo de 2020.
Desde el 9 de mayo pasado Bertolotti está a cargo de la Unidad Especial de Investigación de Crimen Organizado, una brigada de unos cinco hombres que desde entonces colocaron en la mira a Mansilla como principal objetivo. Tanto fue así que fiscales provinciales y federales compartieron información en las mesas de trabajo del Equipo Conjunto de Investigación (ECI). En un tweet de este viernes el ministro de Seguridad de la Nación Aníbal Fernández indicó que, además de unidad comandad por Bertolotti, trabajaron como apoyo la División de Inteligencia de la AIC, la TOE y Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA).
“Teníamos serias expectativas de tener éxito este fin de semana largo para lograr recapturar a Mansilla. Estábamos con una información bastante concreta. Era una persona que se movía siempre acompañada y con distintas líneas de teléfono”, explicó este viernes la fiscal Pairola. El Morocho tenía una suerte de protocolo de seguridad por el cual antes de salir su guardia pretoriana hacía un rondín para asegurarse de que no hubiera vecinos o policías de encubierto en la zona.
Luego de una tarea de inteligencia pudieron hacer un mapeo de sus movimientos. Varias veces, en la oscuridad de la madrugada, Mansilla estuvo a punto de ser cortado en plena calle cuando se movía con su gente en dos autos y una moto. Al menos tres sicarios trabajaban con él.
Desde que se evadió Mansilla llevaba consigo dos pistolas 9 milímetros, una Bersa y una Beretta, con cuatro cargadores. Cuando el jueves fue detenido mientras cenaba con sus hijos y otros familiares, no llegó a empuñarlas. El Morocho estaba sentado a la cabecera de de la mesa, de espalda a la puerta de ingreso.
Además de llevarse preso al principal prófugo de la provincia, los efectivos secuestraron en ese departamento 600 gramos de cocaína repartido en 400 bolsitas listas para la venta, dos bochones de cocaína, alrededor de 350 mil pesos, las dos pistolas que llevaba, seis celulares , poco más de cien municiones calibre 9 milímetros y un balde con clavos “miguelitos» de los que se usan para cubrir las fugas, ya que provocan la rotura de neumáticos de los vehículos que eventualmente pudieran perseguirlo.
Todo normal
“Mansilla seguía con sus actividades normales, vinculadas al tráfico de drogas y otros negocios ilegales. Su detención es una buena noticia. Ahora los fiscales tienen nuevos insumos de trabajo con el secuestro de celulares y las líneas que se trazaron hace unos meses para dar con su banda. Hubo un gran trabajo de la Fiscalía”, consideró el Ministro de Seguridad Jorge Lagna, y anticipó que el martes llegarán a Santa Fe técnicos del Instituto de Investigación Ampliada (Invap) para mejorar un área de inhibidores de señales de celulares en pabellones de Piñero. “Se presentará el programa de inhibidores y escáner totales para todo el penal. Los científicos vienen a proponernos la solución y para nosotros es prioritario”, agregó.
“El Servicio Penitenciario Federal está en crisis. El nuestro también. Hay que dotarlo de tecnología y mejorar muchos los controles de recursos humanos que tenemos para bajar el nivel de reclusos operando desde las cárceles. Es inconcebible el nivel de facilidad con que ingresa un teléfono a la cárcel. En esas variantes vamos a trabajar porque estamos sufriendo mucha violencia que tiene su génesis en las cárceles”, subrayó Lagna.
El ministro admitió que su equipo de asesores está dando los primeros pasos para restringir el régimen de visitas de los presos de alto perfil. “Hay que hacer una tarea de inteligencia, en el buen sentido, y ver qué pasa alrededor del detenido. A veces se puede eliminar el uso del celular en la cárcel utilizando a personas. Esto me traerá problemas con organismos de Derechos Humanos, pero hay que estar sobre el derecho humano de la víctima. Nosotros hemos adherido a la ley nacional de ejecución de penas. Ahora, con un equipo de trabajo estoy analizando modificaciones para restringir el régimen de visita de los presos más peligrosos”, señaló el funcionario.
Casi un año
La fuga de la cárcel de Piñero de la que el Morocho fue protagonista fue uno de los hechos más bochornosos de la historia penitenciaria de la provincia. Ocurrió a las 17.20 del desolador domingo 27 de junio de 2021. Un grupo de maleantes armados con pistolas ametralladoras FMK3, pistolas calibre 9 milímetros y 11.25 arremetieron contra el alambrado perimetral y la guardia extramuros. En un intercambio de disparos uno de ellos murió baleado: Walter Ezequiel Soraire, de 27 años, a quien previamente le habían pagado 27 mil pesos por cortar el alambrado perimetral con una amoladora.
Junto a Mansilla se evadieron José Cañete, Ezequiel Romero, Joel Isaías Rojas, Daniel Piscione, Alejandro Candia, Martín Alejandro Catelli y Alejandro Schmittlein, quienes a partir de esa misma noche comenzaron a ser recapturados hasta dejar a Mansilla como el único prófugo. “La fuga no se dio como estaba planeada”, habría relatado el Morocho tras su detención.
Cinco días antes de esa fuga, el 22 de junio de 2021, el tribunal compuesto por Hernán Postma, Nicolás Foppiani y Pablo Pinto comenzó a juzgar a Mansilla por el doble asesinato de Leonel «Ozuna» Bubacar, de 18 años y Kevin Neri, de 16, en septiembre de 2018 en la entrada a un pasillo de Lima al 2100. Una vez concretada la fuga el juicio continuó y el Morocho fue condenado a 25 años de prisión.
Mansilla también está imputado por instigar y pagar 100 mil pesos por el crimen de Mauricio Gómez, de 21 años, asesinado en la puerta de la casa de su abuela en Colombia y French en abril de 2021. El Morocho también estuvo vinculado a una de las bandas comandadas desde la cárcel por René “Brujo” Ungaro, pero los investigadores sostienen que tiene “buen diálogo” con Los Monos y con Alvarado.