El mundo vive tiempos de reconfiguración de la organización que se estableció después de la Segunda Guerra Mundial, dominado por una potencia hegemónica con organismo internacionales que mediaban y apaciguaban los conflictos, que fue mutando parcialmente desde entonces a partir de distintas crisis del capitalismo y escaladas bélicas regionales, el surgimientos de nuevos actores como China y el sudeste asiático, el fin de los liderazgos tal como fueron establecidos hace 80 años y la reconfiguración del comercio mundial por la irrupción de los avances tecnológicos y la inteligencia artificial, lo han sumido en un clima de incertidumbre que hace tiempo no tenía.
La escalada bélica entre Israel e Irán es el último de estos sucesos que, si bien aún no han tenido impacto en los precios relativos de la economía, de no detenerse provocará alteraciones como, por ejemplo, lo hizo en la década del 70 la decisión de la OPEP de no venderle más petróleo a los países que habían apoyado a Israel durante la guerra de Yom Kipur, que enfrentaba a Israel y Egipto y que provocó un aumento de sus precios que, por ejemplo, provocó un importante aumento de la inflación en Estados Unidos y generaron los petrodólares que están en el origen de la crisis de la deuda de América Latina en general y Argentina en particular.
«Este episodio de conflicto (la escalada bélica entre Israel e Irán) sucede en un contexto de expectativas de disrupciones. Es en un momento donde el ecosistema productivo global está signado por la incertidumbre y conflictos políticos, y de alguna manera los mercados esperan que haya este tipo de acciones. Medio Oriente ya venía con conflictos, por lo que había expectativas de nuevos conflictos. ¿Qué es lo distinto en este episodio y dónde puede cambiar? No es lo mismo el ataque a Franja de Gaza que a Irán. Estamos hablando de un conflicto entre estados, con mucho más músculo bélico, mayor capacidad de daño y de disrupción sobre el petróleo. Esto genera una expectativa de alza de su precio en un contexto de baja, lo que hace que el precio del crudo todavía esté en valores esperables», dice Julieta Zelicovich.
-Aún no se han visto las consecuencias que, por ejemplo, provocó en la economía mundial la crisis de 1973 que multiplicó el precio del petróleo.
– Este episodio acontece en un contexto de transición de poder mundial. Y hay mayor conflicto porque no hay ningún actor con capacidad para generar los incentivos y las sanciones con fuerza suficiente para alinear la conducta de los estados en un contexto de no conflicto militar. Es similar al proceso de entreguerras, de alta inestabilidad, no hay liderazgos y la falta de estos lleva a contextos muy revueltos. Es un momento de caída del líder hegemónico y sin todavía una fuerza con capacidad de resolver o construir un orden alternativo, de no orden o de debilitamiento del orden internacional. Entonces, estos conflictos son esperables. Hay solapados varios cambios. Tenemos uno en la economía internacional, el paradigma tecnoproductivo, cuáles son los sectores estratégicos, cómo se produce, cuál es la tecnología y otro cambio en quién tiene el poder sobre esas aristas de producción económica. Se está gestando un cambio de reglas y a la medida de quién.
– ¿Qué significa en este contexto la escalada en Medio Oriente?
-Es parte de la disputa por el nuevo reparto de cartas en esa transición de poder, donde Israel está queriendo reconfigurar el juego de intereses en Medio Oriente. Lo que puede cambiar el panorama y le pondría otro precio es una intervención militar directa de Estados Unidos sobre Irán. ¿Cuán probable es que pase? Todavía no lo sabemos. El gobierno de Trump tiene alto nivel de incertidumbre, con una toma de decisión muy centralizada en el Ejecutivo. Parecería poco probable que el Congreso autorice la salida de ejército, pero eso no significa que no intervenga con otras vías.
-Tampoco aparece alguien que pueda sentar a las partes a negociar una salida que evite un agravamiento del conflicto.
-Hoy no tenemos un actor que tenga la capacidad y la voluntad de comprarse este problema. En un contexto donde hubiese habido un actor con liderazgo, Israel no hubiese hecho lo que hizo.
– ¿Cuánto puede influir que Israel haya sido un histórico aliado de Estados Unidos?
-Hay que tener en cuenta no solo la relación con Estados Unidos, sino la política doméstica de Israel y el gobierno de Netanyahu. No soy especialista en Medio Oriente, pero creo que hay que mirar el juego de fuerzas doméstico en un contexto electoral. En el mismo contexto internacional, con otro gobierno en Israel quizás no hubiese derivado en esta escalada. Este es un gobierno que necesita el conflicto para mantenerse en el poder.
-Esta escalada sucede en un contexto de guerra comercial entre EE. UU. y China ¿La va a afectar? ¿Cómo va a seguir la negociación?
-Hay una disputa por las reglas del sistema internacional. Estados Unidos entiende que no le sirven más pero no tiene el poder suficiente para liderar un nuevo proceso negociado y consensuado. Mi lectura es que lo que está haciendo es alterarle el statu quo a todos los jugadores y buscar relegitimar una nueva configuración de reglas a la medida de su situación de poder. A diferencia del Trump 1, el Trump 2 tiene una mirada sistémica, busca cambiar el funcionamiento del sistema internacional de reglas, no que China se vuelva capitalista. De alguna manera EE. UU. se parece a China, replica el modelo de mayor intervención del Estado y en esta dinámica la estrategia de romper con los techos arancelarios y con un principio de funcionamiento muy básico del sistema internacional que es todos los actores el mismo arancel para el mismo producto porque ahora por el mismo producto cada país podría tener un arancel distinto, implica una alta complejidad técnica de regla de origen.
-Esto cambia todas las reglas del comercio mundial.
-Lo vemos cuando EE. UU se sienta a negociar. Lo primero que hace es legitimar el nuevo arancel del 10%, no se toca; lo segundo son medidas de seguridad económica en las cadenas de suministro; y lo tercero se trata de cuotas sobre cosas que ya existían. Con China se sienta a negociar cuando, por ejemplo, le restringe las exportaciones a minerales críticos y EE. UU le responde en el mismo sentido con las exportaciones de semiconductores de alta complejidad tecnológica. Ese es el punto donde los actores dicen hasta acá llegamos, es el límite de la estructura de poder de cada uno. Pero en el fondo, lo que está es disputa es un nuevo conjunto de reglas. EE. UU. no le pidió a China que cambie su sistema de subsidios ni su patrón de demanda como fue el acuerdo fase 1 de la administración Trump, y lo que le va a pedir todavía no está claro. Las reglas que hacen falta para la nueva economía internacional todavía se están inventando. Y hay mucho ensayo y error de cómo se codifican las pautas de conducta que hacen falta para evitar el conflicto en un paradigma productivo liderado por la inteligencia artificial, con la transición tecnológica y climática en un contexto de competencia de poder y no de líderes hegemónicos.
-En este contexto que describís, empezaron a crecer nuevamente las inversiones en armamentos. Hasta la Unión Europea empezó a rearmarse, Alemania lo está haciendo.
-La expectativa es que haya conflicto. Uno de los pilares con los que se construyó la globalización es que la cooperación y el comercio generan una profunda interdependencia económica que es garante de paz. El proceso del Brexit y de la primera elección de Trump puso de manifiesto que esa globalización, que fue muy buena para algunos sectores de clases bajas y medias de las economías asiáticas, no fue tan buena para las clases medias y bajas de las economías de países desarrollados donde generaron descontentos. La guerra en Ucrania y la pandemia pusieron de manifiesto que en esa interdependencia había puntos de vulnerabilidad que sumados al descontento económico volvieron a poner sobre la mesa la noción de la seguridad económica y con ella aparece un tercer elemento que es quién decide en contextos de emergencia. Si estamos discutiendo sobre seguridad económica hay muchos procedimientos institucionales que se corren, se van generando líderes populistas y los balances de los sistemas republicanos se retrotraen. Eso es un caldo de cultivo a mayor incertidumbre, porque al no tener los contrapesos institucionales la discrecionalidad de respuestas es mayor y la seguridad económica te sirve para justificar medidas extraordinarias. La ruptura de la alianza entre Estados Unidos y Europa es importante para entender la respuesta de Alemania.

-En ese contexto que vos describís, ¿qué nos toca a Argentina y a América del Sur?
-América del Sur y Argentina tienen potencialidades claves porque son actores que en el territorio tienen recursos fundamentales para esa nueva economía, tanto del lado agroalimentario como del lado de minerales críticos.
-Volveremos a los barcos llenos de trigo…
-Ese es el problema. La propuesta del norte global es el de un lugar periférico proveedor de insumos. Pero algunos países del sur global, tanto del sudeste asiático como de África, están dando la disputa por agregar valor en territorio. Hay una idea, en Europa se repetía mucho hace dos años, de cadenas de valor seguras, baratas y justas a través de las alianzas con América Latina. Justas implica que no sean tan baratas y que haya una solidaridad en los niveles de desarrollo, de extracción, de agotamiento de recursos. Hay una ventana de oportunidad para América Latina y es muy probable que pase de largo porque falta cooperación, liderazgo y voluntad. Hoy hay una serie de componentes del discurso de la autonomía al desarrollo que en algunos países de América Latina están ausentes, donde se acepta ese lugar subordinado y se renuncia a la búsqueda de otro desarrollo posible.
-Tampoco hay, como en la primera década del siglo, algún tipo de idea de destino común, que cohesione.
-No hay conflictos interestatales, pero hay sociedades muy convulsionadas. Y la polarización política genera muchas dificultades de diálogo. Hay una alta politización sobre las agendas del desarrollo, que de alguna manera caen en la grieta.
-En un mundo conflictivo, una región con recursos, pero sin líderes carece de poder y está indefensa.
-Está indefensa y entonces esa ventana de oportunidad que se abre se va a cerrar, la región va a quedar probablemente vinculada en una relación sur-norte, de centro-periferia nuevamente, sin capacidad de generar eslabonamientos productivos, ni de aprovechar esos recursos de manera de generar ecosistemas productivos que necesitamos para generar más empleos, mayor derrame en términos federales.
– ¿Como crees va a terminar esta escalada?
-El sistema de comercio internacional se tiene que reconfigurar las reglas del actual fueron escritas entre 1986 y 1994. La manera de producir y de comercializar desde entonces cambiaron rotundamente. En los últimos cinco años empezamos a observar innovaciones regulatorias o en el modo en que los estados intervienen y la emergencia de nuevas áreas de problemas que hasta hace tiempo no lo eran. Cosas que me llaman la atención: el cambio de las regulaciones, las sanciones y las medidas de comercio que van al origen del capital y no al de la mercadería. No importa donde se fabricó el bien sino el origen del capital con que se hizo. Si se hizo en México con capital chino tiene un tratamiento distinto al que se hizo en México con capital italiano. Otra como el due diligence europeo, donde es la empresa la que tiene que dar cuenta de toda su cadena de suministros para los estándares de determinada practica ambiental o de derechos laborales; la clasificación de determinados bienes o servicios como ambientales, estratégicos o de seguridad. Son sutilezas que forman parte de esa arquitectura que se está reconfigurando. Es esperable que haya un nuevo sistema de reglas, cuando va a surgir no se. No hay antecedentes de regímenes de reglas sin liderazgos político.