En el corazón del barrio Mora, vive Luz Ordóñez, una adolescente de 14 años que, a pesar de atravesar múltiples desafíos de salud, sueña con celebrar sus 15 años como cualquier otra chica. Su historia, atravesada por la lucha diaria y el amor incondicional de su madre —quien enfrenta un cáncer de hueso en etapa avanzada—, conmovió a toda una comunidad que hoy se une para ayudarla.
La situación es delicada. Luz tiene una deformación corporal que limita su movilidad y se traslada en silla de ruedas. Pero eso no le impide soñar. Su madre, a pesar de su frágil estado de salud, tenía como anhelo llegar a festejarle el cumpleaños a su hija. Lamentablemente, la enfermedad avanzó y varios de los proyectos que había comenzado a organizar quedaron inconclusos.
Con el tiempo en contra —la fiesta será este sábado 26 de abril—, familiares y vecinos comenzaron a moverse para hacer posible esta celebración tan esperada. Gracias a la generosidad de la comunidad, el salón social del barrio Mora fue prestado para ese día. El vestido ya está listo: es de color violeta, y con ese mismo tono se están preparando los centros de mesa y los souvenirs, muchos de ellos en forma de mariposa, símbolo de transformación y esperanza.
Sin embargo, aún faltan muchas cosas: decoración para el salón (guirnaldas, globos, telas, luces, etc.), y sobre todo, una torta. Una señora se había comprometido a donarla, pero por un imprevisto no podrá hacerlo. Y un cumpleaños de 15 sin torta… no sería lo mismo.
Por eso, quienes estén en condiciones de colaborar —con decoración, con una torta o algún detalle para embellecer el salón— pueden comunicarse al 3492 316607. Cualquier ayuda suma, incluso aquellos elementos que hayan quedado de otras fiestas: todo puede convertirse en parte de este sueño.
La comunidad de Rafaela ya ha demostrado muchas veces su enorme corazón solidario. Hoy, Luz necesita de ese mismo espíritu para vivir una noche mágica, rodeada de cariño y alegría. “Ella es una nena maravillosa, con un corazón puro y una fortaleza admirable”, dicen quienes la conocen. Cumplirle este deseo es también darle una alegría inmensa a su mamá, que soñó con verla vestida de fiesta, sonriendo, rodeada de quienes la quieren.
Quedan solo tres días. El tiempo corre, pero también crece la esperanza de que entre todos podamos hacer realidad este festejo. Porque los sueños, cuando se comparten, se hacen posibles.