«No recuerdo nada». Fueron las primeras palabras que Sergio Fontanetto, de 60 años, le dijo al juez Javier Bottero, que presidió la audiencia en la que se analizó su situación procesal, tras haber protagonizado un increíble ataque contra sus vecinos, a los que disparó con una carabina provista con mira telescópica, a la que la fiscal Lorena Korakis describió como un «rifle automático», en el barrio Mosconi.
Fontanetto pidió declarar pero sólo aceptó preguntas de su abogado defensor, Sergio Fregona. En la barra lo escuchaban dos de sus víctimas: una mujer que recibió un disparo en el muslo derecho cuando se asomó a la vereda a ver lo que pasaba; y un hombre que recibió un impacto en la parte superior del brazo derecho. El tirador pidió «disculpas a la sociedad y a mis vecinos», señaló que no tenía diferencias con nadie, qué no sabe que fue lo que se activó en su cerebro y que esa tarde «me fui a dormir la siesta pidiéndole a mi madre que me despertara para tomar unos mates en el patio, como hacemos siempre. Lo siguiente que recuerdo es tener a 20 tipos tirados encima mío», en alusión a los policías que lo redujeron luego de despojarlo del arma en una acción rápida y eficaz de los efectivos de la policía local, en especial uno de ellos, que se descolgó de un techo vecino para sorprender a Fontanetto por detrás, cuando aún tenía el arma al alcance de la mano.
“Lo que puedo decir es que no me acuerdo de nada, no recuerdo lo que pasó. No sé el motivo que me llevó a salir de mi domicilio porque realmente no tengo problemas con nadie, no tengo enemigos… Pido disculpas si generé daños a terceros, no soy una persona que anda con armas en la vía pública”, enfatizó Fontanetto, quien registra como antecedente haber sido sorprendido con un arma de fuego circulando en bicicleta, hace pocos meses. Tenía registrada esa arma, lo mismo que la utilizada en el hecho del último lunes, pero ese permiso se limitaba a la tenencia y no a la portación del arma.
Sin embargo, en el diálogo con su abogado para los oídos del juez que debía tomar una decisión, Fontanetto incurrió en algunas contradicciones. Por ejemplo, luego de manifestar que tenía un espacio en blanco en sus recuerdos, entre que se fue a dormir la siesta y el momento en que fue reducido por los policías, aseguró que no apuntó a nadie en particular cuando disparó. «Si no se acuerda de nada, ¿cómo es que se acuerda de que no apuntó a nadie en particular?», le remarcó la fiscal.
En cambio, el abogado defensor relató que el imputado estuvo varios días bajo los efectos del consumo de alcohol y estupefacientes y que hacía tres días que no salía de su casa. Tiene 60 años y asumió consumir drogas desde los 43, últimamente con ingestas de cocaína cada día por medio. Además, sufrió pérdidas familiares significativas en los últimos dos años -lo cual es real, ya que murieron un joven sobrino y su hermano, que formaban parte de su circulo más íntimo dado que no tiene hijos ni pareja-, lo que profundizó sus problemas de salud mental. «Se le juntó el traste con la cabeza», graficó, muy ilustrativamente, su abogado defensor.
Por su parte, la fiscal Korakis hizo una descripción de los hechos en la que aportó datos técnicos, como que se encontraron evidencias de unos 15 disparos. «Sabía lo que hacía», sintetizó la representante del MPA.
Evaluando todos los antecedentes del caso, el juez Bottero se inclinó por la prisión preventiva de Fontanetto, aunque sin perjuicio de que los estudios y pericias psiquiátricas que se le realicen puedan determinar algún tipo de tratamiento específico. En términos técnicos, por ahora Fontanetto es imputable, pero si se comprueba que su salud mental se encuentra afectada, podría ser declarado inimputable.