El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, llegó este lunes hasta Jerson, la estratégica ciudad del sur del país recuperada de manos de los rusos la semana pasada, en una visita cargada de simbolismo, en la que izó la bandera, cantó el himno y dijo que la vuelta de la urbe a manos de fuerzas de su país supone “el principio del fin de la guerra”.
«Este es el principio del fin de la guerra», afirmó Zelenski que, con todo, dejó claro que recuperar los demás territorios controlados por Rusia constituye «un camino largo y difícil».
“Rusia le demostró al mundo que puede matar, pero todos nosotros, nuestras fuerzas armadas, nuestra guardia nacional y los servicios de inteligencia han demostrado que es imposible matar a Ucrania», sostuvo el mandatario en una declaración de la presidencia ucraniana.
Kiev distribuyó imágenes de Zelenski en Jerson cantando el himno nacional con su mano sobre el pecho mientras se izaba la bandera azul y amarilla del país junto al principal edificio administrativo de la ciudad.
Zelenski dijo que «el precio de esta guerra es alto». «Hay gente herida, un gran número de muertos, hubo combates encarnizados, y el resultado es que hoy estamos en la región», añadió.
Ajeno a esa muestra de confianza, el vocero del presidente ruso Vladimir Putin, Dmitri Peskov, rechazó que la visita del líder ucraniano significara algo en el estatus de la región de Jerson, que Moscú anexó formalmente a Rusia el mes pasado.
«Ustedes saben muy bien que es territorio de la Federación Rusa», afirmó.
Las fuerzas rusas dejaron Jerson hace unos días después de ocho meses de administración, lo que permitió la entrada de soldados ucranianos el viernes último.
Esa retirada forzada de las tropas de Moscú por la contraofensiva ucraniana supone un nuevo revés para el presidente Vladimir Putin.
Pese a ello el jefe de la OTAN, Jens Stoltenberg, advirtió que «los próximos meses serán difíciles» para Ucrania y que el objetivo de Putin es «dejar a Ucrania fría y oscuras este invierno».
La compañía de electricidad ucraniana Ukrenergo pareció darle la razón: afirmó que Rusia destrozó una central eléctrica clave antes de retirarse de la ribera occidental del río Dniéper en Jerson.
En tanto, en la región de Lugansk, el ejército ucraniano retomó la aldea de Makiivka, a 50 kilómetros al noreste de la estratégica ciudad de Severonetsk, controlada por Rusia, informó la presidencia ucraniana.
En total, 12 localidades de la región han vuelto al control ucraniano, según el gobernador Serguei Gaidai.
Stoltenberg, en tanto, pidió «no cometer el error de subestimar a Rusia», en una conferencia de prensa en La Haya, tras haber mantenido un encuentro con el gobierno neerlandés.
«No debemos cometer el error de subestimar a Rusia. Las fuerzas armadas rusas conservan capacidades importantes así como un gran número de soldados y Rusia ha demostrado su voluntad de asumir pérdidas importantes», agregó el jefe de la OTAN.
«El objetivo de Putin es dejar a Ucrania fría y a oscuras este invierno», prosiguió haciendo hincapié en los ataques rusos de las últimas semanas con misiles y drones contra infraestructuras civiles ucranianas, sobre todo de la red energética.
El sábado, la oficina de Zelenski anunció el inicio de las funciones de las autoridades de Kiev en Jerson y más tarde el jefe de la administración ucraniana anunció que regirá toque de queda en la ciudad desde las 17 hasta las 8.
El miércoles pasado, el ministro de Defensa ruso, Serguei Shoigu, ordenó retirar a las tropas desplegadas a la orilla izquierda del río Dniéper para preservar las vidas de los militares y la capacidad de combate del Ejército.