“Si se quiere mejorar al pueblo, en vez de discursos contra los pecados denle mejores alimentos. El hombre es lo que come”. La definición pertenece al filósófo alemán Ludwig Feuerbach, uno de los padres del materialismo histórico del siglo XIX, y llega hasta nuestro días resignificada: “Somos lo que comemos”.
Es que en tiempos donde se habla de familias multiespecie y en los que crece la sospecha de que la mercantilización y el uso de los animales es por lo menos una crueldad, repasar los hábitos alimentarios trasciende la justicia social y la buena salud para convertirse en un interrogante: cómo queremos vivir.
El vaganismo es un intento de respuesta a esa pregunta. Fue el inglés Donald Watson quien utilizó en 1944 por primera vez el término para fundar la Vegan Society, desde la cual oponerse al uso de animales y considerar que los humanos debían satisfacer sus necesidades prescindiendo de esa utilización.
Pero será medio siglo después, en 1994, que la Sociedad Vegana del Reino Unido establecerá el 1º de noviembre como Día Mundial del Veganismo. Para entonces el veganismo ya empezaba a expandirse, aunque sin alcanzar la adhesión que tiene en la actualidad.
Hoy se multiplican las campaña públicas para denunciar “la matanza y sometimiento de animales”, principalmente por parte de la industria alimenticia y de la indumentaria. Al mismo tiempo que crecen los restaurantes y la gastronomía vegana como una forma de alimentación saludable y de combatir el usufruto de animales.
A quién comemos hoy
La cocina se vuelve así en un escenario privilegiado de la lucha por modificar los hábitos alimentarios y fomentar un nueva forma de convicenica entre las especies.
Es que mientras la cocina tradicional supone comer vegetales, legumbres y carnes de todo tipo y la cocina vegetariana elimina de su propuesta los alimentos cárnicos, aunque no sus derivados (huevos, miel, leche, etc), la cocina vegana se basa en no comer ni consumir carnes pero tampoco ningún derivado de los animales.
“De lo que se trata es de no consumir derivados de ningún animal, tanto en la alimentación como en cueros, lanas o maquillajes. Supone rechazar el uso de los animales como mercancía, tanto en la elaboración de los alimentos como en la indumentaria, el transporte o la cosmética. El veganismo es un estilo de vida basado en el respeto a ese otro ser que que son los animales”, explica a Télam el chef Mauro Massimino, quien participa del fénomemo de la cocina vegana y vegetariana con su restaurante “Buenos Aires Verde”.
“La cocina vegetariana, y también la vegana, es mucho más simple y sabrosa, al menos para mi, que la convencional. E incluso puede ser más económica”, agrega el chef y periodista Pablo Martín, quien comparte con Massimino ser parte de la generación de quienes tienen cuarenta y tantos, trabajan en la gastronomía no tradicional y hacen de los nuevos hábitos alimenticios su forma de vida.
“La alimentación -destaca Massimino- no es algo que solo hago para mi, tampoco una moda, es un eslabón en el cuidado del planeta; entonces empezás a cuidar qué comés, cómo lo comés y también los hábitos que tenés”.
Otro comer, otro vivir
Mauro Massimino tiene 43 años y es chef desde los 19 años. Desde hace poco más de una década se dedica a la cocina vegetariana y vegana. Su cocina se puede disfrutar en los locales del restaurante Buenos Aires Verde, referente de la cocina vegetariana y vegana porteña. Sus recetas se la puede aprender a través de la televisión, donde condujo los ciclos “Más sano, más rico” y “Los favoritos de Mauro”, ambos por canal “El Gourmet”.
Massimino estudió cocina y pastelería, se especializó en alimentación naturista y se capacitó en Horticultura Orgánica en la Facultad de Agronomía de la UBA, para acompañar el giro hacia una forma más sana y natural de comer y cocinar.
“Decidí empezar a alimentarme de una manera natural y llevar esa decisión a mi pasión y a mi arte, que es la cocina. Estudié sobre producción orgánica para entender el suelo, la tierra, que es de donde vienen los alimentos, y también en un centro médico naturista lo que pasaba dentro del cuerpo con lo que comemos”, detalla.
Pablo Martín tiene 41 años y llegó a la cocina vegana en plena crisis de 2001. Estudió periodismo en TEA, gastronomía en IGNOS y desde 2011 publicó nueve libros sobre cocina consciente, alimentación saludable y nuevos hábitos de vida.