Un mecánico del barrio Villa Rosas, identificado como Javier Pic, quedó detenido con prisión preventiva, luego de haber sido imputado como coautor del violento asalto ocurrido en la mañana del 27 de abril de 2021 al matrimonio de Raquel y Jorge Torta, quienes fueron sorprendidos en su propio domicilio, golpeados, maniatados y amenazados, y sufrieron el robo de joyas, dinero en efectivo (unos 250 mil pesos y cerca de 2 mil dólares) y otros objetos de valor.
Ese día, tres individuos -uno de ellos con un arma de fuego- ingresaron a la vivienda por la fuerza, luego de sorprender a Jorge cerca de las 7 de la mañana, cuando regresaba tras haber cargado nafta en su auto y haber limpiado su negocio ubicado cerca de allí. Los delincuentes eran tres rosarinos, pero uno de ellos, Claudio B., actualmente prófugo, vivía en Rafaela porque trabajaba en una empresa de concesionario de autos.
Llegaron en una Peugeot Partner, pero en la zona también había una Fiat Fiorino ploteada con el logo de una empresa de castillos inflables para niños. Según la investigación que encabezó el fiscal Carlos Vottero, mientras los tres sujetos consumaban la faena durante una hora y media dentro de la casa, buscando una elevada suma de dinero en dólares que no existía, había dos rafaelinos en la Fiorino, supuestos «entregadores». Un mes después del hecho fue detenido el dueño de esa Fiorino, G. Güenzi, por entonces presidente de la Vecinal del barrio Belgrano.
En la audiencia de este jueves, Vottero ubicó a Javier Pic como el segundo ocupante de esa camioneta y le asignó el rol de ser «entregador». ¿Por qué? Según la hipótesis de la acusación -sustentada en que Güenzi, después de varios meses de estar detenido, comenzó a confesar lo ocurrido- Pic era el mecánico de la Fiorino, y Güenzi buscaba venderla porque estaba en crisis económica debido a que no había fiestas para sus castillitos inflables, por la pandemia.
Los datos
En una charla en el taller mecánico al que había recurrido, Pic y Güenzi -según este último se conocían desde hacia diez años, aunque en una escueta declaración Pic negó conocerlo y también negó cualquier participación en el hecho- hablaron del tema de la crisis económica y allí Pic le habría deslizado a Güenzi su conocimiento de ciertas personas que tenían mucho dinero guardado en sus domicilios. La cuestión era conseguir la mano de obra para los asaltos, y a Güenzi le tocó buscarla, para lo cual se contactó con el rosarino que trabajaba en una concesionaria y éste trajo a dos cómplices para consumar la faena.
Primer intento fallido
Vottero narró, en base al análisis de cruces de llamadas, que en la tardecita del 26 los tres rosarinos y Pic fueron hasta la casa de 26 de Enero al 600 aproximadamente, pero no pudieron concretar el golpe. A la noche hubo un cónclave en la vereda de la casa de Güenzi, en calle Garrappa, y allí los rosarinos exigieron que el dueño de casa los acompañara para dar, en la mañana del día siguiente, el golpe esperado. Hasta la calle Garrappa los rosarinos llegaron junto a Pic en un Honda Fit, cuyo dueño era de los mismos propietarios de la Peugeot Partner usada en el asalto: un hombre y su hijo, que en nada tuvieron que ver con el asalto, simplemente tenían esos vehículos en arreglos en el taller de Pic, que los usaba a su antojo. Los rosarinos habían dejado sus propias movilidades, un VW Voyage gris y un Citroen C 4 negro, en calles del Villa Rosas. Los usaron para la fuga a Rosario, en una ruta que fue reconstruida por los investigadores con cámaras del Centro de Monitoreo y de los peajes.
Pic negó haber participado de los hechos y dijo que el día del asalto su mujer tenía COVID y él estaba con sus hijas, a las que les facilitó el celular para que se conectaran a las clases virtuales de la escuela a la que concurren. Pero las víctimas habían indicado que los asaltantes en el interior de la vivienda se comunicaban con el exterior usando teléfono y un handy. En la hora y media que duró el asalto, intercambiaron diez mensajes o llamadas con Güenzi. Con Pic hablaban por handy, según lo que el propio Güenzi confesó.
Lo que Pic no pudo explicar es cómo la Partner que estaba en su taller apareció en la escena del hecho utilizada por los asaltantes. Güenzi también confió en su última declaración -estaría negociando un juicio de procedimiento abreviado- que él no quería que se utilizara la Fiorino ploteada porque era fácilmente identificable, pero que el resto de la banda lo convenció de llevarla porque «vos no va a estar adentro».
La idea de «caerles de nuevo»
Antes de caer detenido, promediando el mes de mayo, Güenzi habló con Claudio B., su cómplice rosarino. Y allí le compartió información, porque supuestamente el botín «gordo» que buscaba estaba escondido en otro lugar. Era una suma exhorbitante y la habían tenido, supuestamente, al alcance de la mano. «Me quiero cortar la verga», fue el comentario elocuente del delincuente. En realidad, las víctimas negaron que tal cantidad de dinero hubiera existido: «jamás tuvimos esa cantidad, ni en sueños».
Lo cierto es que los delincuentes siguieron fantaseando con el botín del que no habían podido hacerse. Y como todavía se consideraban impunes, planearon volver: «vamos a dejar pasar un tiempo y les caemos de nuevo. Esta vez sí le vamos a cortar los dedos y vas a ver como van a cantar», quedó registrado en la conversación. Los asaltantes habían amenazado al matrimonio Torta con cortarles los dedos de las manos.
Finalmente, la jueza Fortunato decidió dictar la prisión preventiva del imputado Pic, mientras avanza el proceso en el que se lo juzgará.