Ulises Suárez tiene 26 años, es de Rafaela y está atravesando la etapa final de un proceso que no muchos logran terminar: la recuperación de las adicciones. “Perdí muchísimo por la droga”, dice, sin rodeos. Durante trece años su vida giró en torno al consumo. Empezó a los 12 como una broma, por presión del entorno y el miedo al rechazo, pero esa «joda» se convirtió en un largo infierno.
“El consumo empezó para no quedar como menos, para que no se rían de mí. Pero terminé consumiendo todo: cigarrillo, alcohol, marihuana, cocaína, pastillas. Ya no podía pasar cinco minutos sin consumir. Perdí a mi familia, perdí trabajos, terminé durmiendo en la calle, solo, sin nadie”, recuerda.
En su peor momento, llegó a robar para sostener su adicción. “Ya nadie me prestaba plata, no tenía amigos de verdad. Sentía que ya no era vida para mí”. Hasta que una noche, solo y tirado dentro de un auto, algo cambió. “No sé por qué, pero recé. Le tiré una oración a Dios. Y a partir de ahí, las cosas empezaron a moverse. Mi tía me ayudó, luego se sumó mi mamá, mi papá. La familia se fue uniendo de a poco. Eso me impulsó a seguir”.
Hoy Ulises está abordando su tratamiento en la institución Vistiéndonos del Sol, ubicada en calle Estrada, donde asiste a grupos de apoyo, talleres, espacios de oración y contención emocional. También forma parte de un programa de reinserción social y laboral. “Estoy en la última etapa de recuperación, y hoy estoy rodeado de nuevas personas, con nuevos proyectos. Cambié mi mirada, mi educación, mi forma de hablar. Soy otro”.
Pero no quiere guardarse todo lo aprendido. Por eso, junto a sus compañeros en proceso de rehabilitación, da testimonio de su historia para generar conciencia, especialmente entre los más jóvenes. “En Rafaela es muy fácil conseguir droga. La ves en todos lados, hasta en los chicos de 9 o 10 años. Hay que hablar, prevenir, dar un mensaje, desde la fe o desde lo humano, pero llegar a tiempo”.
Ulises asegura que el cambio comenzó con un deseo profundo: “querer cambiar de vida”. Y para quienes están atravesando lo mismo que él vivió, deja un mensaje claro: “Sí se puede. Con ayuda, con contención, con fe. Pero sobre todo con la decisión interna de dejar atrás ese infierno y empezar de nuevo”.
