El escritor peruano Mario Vargas Llosa falleció este sábado a los 89 años en la ciudad de Lima, acompañado por su familia. La noticia fue confirmada por sus hijos a través de un comunicado en redes sociales, donde expresaron su profundo dolor y recordaron que el autor vivió una vida «larga, múltiple y fructífera».
«No tendrá lugar ninguna ceremonia pública», informaron, y detallaron que sus restos serán incinerados, cumpliendo así con la voluntad del propio escritor. La familia pidió respeto y privacidad para atravesar el duelo en la intimidad.
Nacido en Arequipa en 1936, Vargas Llosa fue uno de los grandes protagonistas del «Boom Latinoamericano», ese fenómeno literario que sacudió la escena cultural mundial en los años 60 y 70. Su primera novela, La ciudad y los perros (1963), supuso una verdadera revolución en la narrativa en español por su estructura innovadora y su retrato descarnado del autoritarismo.
A lo largo de su carrera, abordó temas como el poder, la libertad, la corrupción y la resistencia individual. Obras como La casa verde, Conversación en La Catedral, Pantaleón y las visitadoras, La fiesta del Chivo y El sueño del celta son consideradas piezas fundamentales de la literatura contemporánea.
En 2010, recibió el Premio Nobel de Literatura, consagración máxima que la Academia Sueca le otorgó por su «cartografía de las estructuras del poder y sus incisivas representaciones de la resistencia, la revuelta y la derrota del individuo».
Pero Vargas Llosa no fue solo novelista: también fue ensayista, dramaturgo, periodista y un pensador político que nunca esquivó el debate público. Su mirada crítica lo llevó a ocupar un lugar influyente —y muchas veces polémico— dentro y fuera del mundo literario.
Con su muerte, se va una de las últimas grandes voces de una generación que transformó para siempre la literatura en español. Queda su obra: vasta, lúcida, desbordante de preguntas y de búsquedas.