Miles de personas hicieron cola durante horas este miércoles en Londres para dar su último adiós a la reina Isabel II, que falleció el jueves pasado a los 96 años y cuyo féretro permanecerá durante cinco días en la sede del Parlamento británico antes del funeral y entierro previstos para el 19 de septiembre.
«Caminé mucho para llegar al comienzo de la cola y estoy preparado para estar muchas horas. La reina ha sido una constante a lo largo de todas nuestras vidas», dijo a Télam Mathius, de 37 años, del norte de Inglaterra, que hace 20 que vive en la capital británica.
«Siento que ella ha mirado el país desde un barco, por así decirlo, a través de los tiempos. Lo bueno, lo malo, la pandemia, todo tipo de cosas que han sucedido en nuestra historia británica. Quiero entrar a verla para simplemente sentir que vamos a estar bien», apuntó.
Los medios británicos estimaban que unos 750.000 ciudadanos esperarán pacientemente para despedirse de la reina en las colas que se extenderán a lo largo de unos 10 kilómetros a orillas del río Támesis, día y noche, hasta el 18 de septiembre.
Tras la larga espera, pasarán unos segundos frente al féretro de la reina, cubierto por el estandarte real y la corona imperial, en Westminster Hall, la parte más antigua del Parlamento británico.
A primera hora de este miércoles varios de esos miles amanecieron con mantas, sillas, tiendas de campaña e impermeables, señales de que pasaron allí la noche.
Las autoridades pidieron a la gente en Londres que vista «de manera apropiada» y advirtieron que la espera podría durar horas, incluso toda una noche.
«Estoy esperando verla recién mañana. Estoy preparado para estar unas 10/15 horas», señaló a esta agencia un hombre de 65 años, vestido de traje negro, con una sombrilla y una silla, que dijo que lo llaman «tío Mickey».
El público solo podrá ingresar en la capilla ardiente con una pequeña mochila, pero sin agua ni comida.
«Llevo mucha comida conmigo», aseguró Mickey, que al igual que otros miles que esperaban para despedir a la fallecida monarca, que reinó durante 70 años, comía en el camino. Muchos no se animaban incluso a ir al baño, para no perder su lugar en la fila.
David, de unos 40 años, contó que llegó por la mañana junto a su esposa desde York, unos 300 kilómetros al norte de Londres, y que llevaron una carpa y sillas para la espera.
«La reina era nuestra protectora, la extrañaremos. Ella dio todo por esta nación», apuntó.
En la víspera, miles de personas desafiaron la lluvia para recibir con aplausos y las luces de sus celulares la llegada del féretro al Palacio de Buckingham.
Entre el martes y el lunes más de 33.000 personas pasaron por la primera capilla ardiente instalada en Edimburgo, capital de Escocia.
El féretro de Isabel II llegó este miércoles por la tarde a la sede del Parlamento británico proveniente del Palacio de Buckingham.
El ataúd, colocado sobre un soporte metálico tirado por caballos, recorrió unas abarrotadas calles de Londres, seguido a pie por Carlos III y sus hermanos Ana, Eduardo y Andrés, además de los hijos del nuevo monarca, Guillermo y Enrique, juntos justo detrás de su padre.
En las afueras del palacio de Westminster, una multitud en silencio vio pasar el cortejo tras horas de espera, con la esperanza de ver brevemente el ataúd de la difunta monarca, indicó la BBC en su web.
Poco antes de que el féretro ingresara en la sede del Parlamento, rompieron en aplausos, con silbidos y gritos, mientras se escuchaban disparos del saludo de armas.
Los aplausos se detuvieron cuando se hicieron llamadas militares, antes de que sacaran el ataúd de su carruaje.
El cortejo estaba acompañado por una banda de la Guardia Escocesa y la banda de la Guardia de Granaderos que interpretaron las marchas fúnebres de Beethoven, Mendelssohn y Chopin, el tercer movimiento de su Sonata para piano Nº 2, que sonó ya en los funerales del presidente estadounidense John F. Kennedy, y de los primeros ministros británicos Winston Churchill y Margaret Thatcher.
El recorrido de 38 minutos y unos 15 kilómetros estuvo acompañado cada 60 segundos por un disparo de cañón desde Hyde Park y por el repique de campanas del Big Ben en homenaje a la soberana más longeva del Reino Unido.