Personal de la Guardia Urbana que se encontraba realizando recorridas por la zona de barrio Mora observó la presencia de un sujeto con vastos antecedentes, el cual había dejado abandonado en la vía pública un televisor que había sustraído de una vivienda cercana, y ya tenía otro convenientemente «envuelto» para también apropiárselo, al parecer en el mismo domicilio que había violentado. El sujeto se dio a la fuga, aunque los elementos que sustraía fueron recuperados.
Este sujeto, que es mayor de edad, cuenta con frondosos antecedentes: más de 20 ingresos a la policía por distintos ilícitos. Hace pocos días ya había sido detenido y fue liberado, porque se trata de un joven con graves problemas de adicciones que más que estar preso debería estar internado en un establecimiento adecuado, cerrado y con un tratamiento supervisado por especialistas.
Como sucede para este y otros casos similares, ese tipo de establecimientos no existe y jueces y fiscales se encuentran entre la disyuntiva de dejarlo libre -con la seguridad de que va a continuar cometiendo hechos delictivos- o mantenerlo algunos pocos días presos (la calificación penal de los hechos que se le endilgan generalmente hace que esos delitos sean excarcelables) para que, cuando recupere la libertad, siga haciendo lo mismo de siempre. Por ejemplo, en términos legales este hecho podría calificarse sólo como una tentativa de hurto.
El tema ya ha sido tratado en distntos niveles, porque incluso hay otros casos más graves, pero hasta el momento las soluciones no parecen estar en agenda de prioridades: las autoridades políticas esperan que la justicia se haga cargo de dejar a estos individuos presos; y desde el Poder Judicial se insiste en que la cárcel no es solución para este tipo de problemáticas, por cuanto las medidas de coerción personal que no van acompañadas de una recuperación psíquica y física de los adictos tienen el efecto de una aspirina en la lucha contra el cáncer.
Para el personal de GUR y de policía que trajina las calles y tiene que poner la cara muchas veces frente a los reclamos de la comunidad este tipo de análisis generalmente no entran en consideración, ya que una y otra vez tienen que lidiar con los mismos personajes. Mientras tanto, los individuos que padecen -y hacen padecer a terceros, vale recalcarlo- estas patologías continúan sin atención especializada y convertidos en un peligro potencial para sí mismos y para terceros.