¿Por qué los santafesinos habrían de estar atados a la suerte de una elección intermedia de otra provincia? Buenos Aires, con 14,4 millones de electores y 37% de padrón nacional, es un cuerpo masivo que curva el espacio-tiempo argentino, ejerciendo la gravedad propia de quien hace orbitar en torno de sí al resto de los distritos. Incluso los expone a la eventualidad de un agujero negro del que nada puede escapar.
Ese distrito posee en el conurbano un núcleo de viscosa densidad social y política, en un país cuyo presidente disruptivo ha creído -cree- que sólo mejorando la macroeconomía puede evitar la implosión. Plantea poner «el último clavo al ataúd del kirchnerismo», allí donde habita la masa crítica de los electores de la condenada Cristina Fernández de Kirchner.
La sociometría poco sabe de lo que puede suceder en ese universo. Más allá de los convencidos del estatismo o el libertarismo, que no alterarán su decisión, los empadronados alimentan las dudas. ¿Cuántos irán a votar? ¿Por quién lo harán si lo hacen?
A los bancos y a los especuladores financieros, el resultado de los comicios no les será indiferente. Y tomarán decisiones en un ecosistema en el que la economía real, de las grandes empresas a las pymes, de los asalariados formales a los informales, nadie está exento de las consecuencias. En cualquier lugar del territorio argentino.
La pulseada por el dinero
La Secretaría de Finanzas tendrá que llamar a licitación mañana lunes para buscar renovar vencimientos por $5 billones que operan el miércoles. Las tasas y los plazos que ofrecerá Pablo Quirno, el secretario de Finanzas de la Nación, serán el primer indicio claro de lo que el gobierno espera que suceda en los mercados, según los resultados de los comicios en la provincia de Buenos Aires.
El gobierno tiene recursos para evitar desbordes, si los necesitara, en el tramo hasta el 26 de octubre. El Banco Central de la República Argentina puede volver a subir los encajes bancarios para evitar que queden flotando pesos que presionen a la inflación o al dólar.
A su vez el Tesoro, que tuvo una reveladora epifanía intervencionista en la semana que pasó, cuenta con hasta US$3.000 millones para influir en el mercado de divisas si fuese necesario, según explicó Federico Furiase, uno de los directores del BCRA..
Economía -no el BCRA- compró dólares gracias al superávit desde la salida parcial del cepo; los tiene depositados y disponibles en el propio Banco Central.
Cualquiera sea el resultado electoral esta noche, La Casa Rosada necesitará, por razones políticas, que el Índice de Precios al Consumidor y el dólar no se disparen de cara a los comicios legislativos nacionales del 26 de octubre.
Descontando el feriado del 13 de octubre, habrá 34 días hábiles hasta entonces, en los que el mercado «operará» y dejará señales con capacidad de influenciar en el proceso político.

A confesión de parte
Claudio Zuchovicki es un economista cercano al oficialismo nacional. Ofreció un sinceramiento «entre líneas»… (o no tanto) durante su presentación en el Santa Fe Business Forum. «La discusión es política. Si me dicen el resultado de las elecciones les puedo decir qué puede pasar; depende de cómo esté la gente».
Explicó que lo que se dirime en las urnas es: «¿Qué quiere hacer la sociedad? La sociedad decide en la elección y después el mercado define. Si la sociedad quiere que el Estado haga todo, soy proveedor del Estado. Si cree en la iniciativa privada, competiré».
Axel Kicillof es la antítesis de Milei; el bonaerense entiende que la política de endeudamiento de Luis Caputo es una «estafa piramidal», «bicicleta financiera» o «timba» en detrimento de la obra pública, la educación o las jubilaciones.
El ministro de Economía -la Casa Rosada- apostó a un pleno en un resultado electoral incierto. Si no «arrasa», como prometió Javier MIlei, la desconfianza de los mercados sobre la capacidad de renovación de deuda, pueden resultar en un nuevo fracaso de intenciones estabilizadoras de la economía argentina.
Pero incluso si los libertarios logran atravesar las agitadas aguas electorales con algún éxito, las reformas previsional, laboral y tributaria serían imposibles sin una gestión política capaz de encontrar consensos, primero en la agresiva interna oficialista y luego con la oposición no kirchnerista.
Karina Milei y los Menem -Lule y Martín- le han dado pocas herramientas a Guillermo Francos para procurar ese horizonte que también es indispensable para «el voto de los mercados».

El déficit de Milei
«Los déficits de gestión -administrativa y política- empinan el camino», le advirtió Osvaldo Giordano a la Casa Rosada desde el último informe de la Fundación Mediterránea. El economista cordobés, ex ministro de Schiaretti, es un activo técnico, pero fue eyectado de la gestión libertaria por la codicia política de Karina.
Giordano pone en evidencia «la falta de capacidad para acordar leyes que atiendan problemas sensibles, sin poner en riesgo el equilibrio fiscal».
El gobierno libertario necesita renovar un poder escorado por su débil arquitectura política y por las evidencias periodísticas de corrupción en la compra de medicamentos. Reaccionó tarde, con torpeza y por fuera del cauce constitucional al promover la censura previa.
Si bien en el plano judicial los audios de Spagnuolo no se aclararán en el corto plazo, la difusión ha dejado en evidencia que el presidente, para ejercer el cargo, no puede dedicarse sólo a los números.
El decreto que devuelve funciones al Inta y a la Dirección Nacional de Vialidad es la primera señal de revisión de una reforma del Estado que parecía inconmovible. La emergencia en discapacidad y la posible limitación en el uso de los DNU (un dispositivo heredado de los abusos de Cristina Kirchner) exponen la precariedad institucional y la pérdida de capacidad de maniobra.
Existe además la posibilidad de que se aprueben los proyectos originados en los gobernadores para coparticipar el fondo de los ATN y la recaudación del impuesto a los combustibles. Si el déficit vuelve, los mercados se alteran.
De tasas y dólar
Luis Caputo afirma que las tasas de interés altas no llegaron para quedarse. Sabe que con ellas no se atraen inversiones sino especulaciones. Zuchovicki recordó en Rosario que «a la Argentina le va bien cuando la tasa de interés global es baja»; caso contrario son marcadores que anticipan catástrofes como el Rodrigazo en 1975, el final de Lorenzo Sigaut en 1982, la hiperinflación en 1989 y las crisis de 2001, 2008 o 2009.
«Vamos a salir al mercado internacional de deuda», afirmó -voluntarista- el vicepresidente del Banco Central (BCRA), Vladimir Werning, en el Congreso del Instituto Argentino de Ejecutivos en Finanzas (IAEF) en Bariloche. Planteó que el gobierno tomará deuda al 8,9% tras la baja del Riesgo País y recompondrá reservas.
Es un escenario posible, pero necesita de una verificación: que las elecciones en la provincia de Buenos Aires no sean una derrota oficialista significativa, y que el resultado de los comicios para legisladores nacionales sea un amplio triunfo del gobierno. Uno que no le dará mayorías en el Congreso, pero que le servirá para recomponer capacidad de negociación, si no se sigue baleando los pies en el camino.
Hasta entonces, las tasas serán altas, el dólar estará «planchado» con ventas del Tesoro, la actividad económica sufrirá la falta de inversión y el consumo se mantendrá en modo de subsistencia por falta de crédito. E la nave va.