Han pasado 53 días de la cumbre en Alaska entre Donald Trump, presidente de Estados Unidos, y Vladimir Putin, Rusia, y poco ha cambiado en el frente del este de Europa.
La guerra que va rumbo a su cuarto año continúa entre Ucrania y la fuerzas rusas con el aliciente del comienzo de las bajas temperaturas, algo que ha corrido la mira de los ataques desde ambos lados hacia puntos estratégicos en materia de energía.
Sobre los limitados acuerdos entre ambos bandos, los nuevos reclamos cruzados desde Moscú y Washington y el posible área de encuentro entre los líderes, Joaquín Bernardis del Observatorio de Política Internacional (OPI) de la UCSF, habló en CyD Litoral.
No hubo avances
Sobre lo ocurrido luego de la renombrada cumbre Trump – Putin, Joaquín Bernardis indicó que “no se avanzó demasiado. Ya a mitad de septiembre se pausaron las negociaciones”.
“Se había pactado incluso de que se iban a reunir los presidentes Zelenski y Putin en un tercer estado que iba a ser Turquía, pero eso no no avanzó y lo cierto es que siguieron combatiendo al máximo nivel como viene siendo este último año”, agregó el analista.
Bernardis agregó al respecto que “se viene el invierno y es ahí donde Rusia está aprovechando su ventaja en el terreno para atacar la infraestructura energética y el gas de Ucrania. Obviamente con vistas a minar la moral de los ucranianos”.

“Eso es algo que no está bien visto en el derecho internacional humanitario”, añadió el especialista en CyD Litoral.
Este tipo de ataques se han multiplicado desde ambos lados en las últimas semanas. Desde el lado ucraniano, esta semana también se ha bombardeado una terminal petrolera en Crimea con drones de largo alcance y se intentó otro contra la central nuclear de Novovorónezh.
Los misiles Tomahawk y los drones
En continuidad de las complicaciones para llegar a puntos de encuentro, Trump aprobó esta semana venderle misiles Tomahawk a Ucrania “que le permitiría a Zelensky bombardear Moscú”, comentó Bernardis y agregó: “eso es una decisión que no le gustó demasiado a Vladimir Putin”.
El portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov, señaló que se tendría que «esperar declaraciones más claras, si las hay» y sumó: “Esto será una seria escalada de tensiones que, al mismo tiempo, no podrá cambiar la situación en el frente para el régimen de Kiev».

Mientras tanto, desde la Unión Europea (UE) crece el temor por la aparición de ya incontados drones, presumiblemente rusos, pero no adjudicados por este país, en espacios aéreos de países del bloque.
“Hace unas semanas, Polonia tuvo que derribar algunos drones sobre su espacio aéreo y activó todas las alarmas de los presidentes”, expresó el licenciado en Relaciones Internacionales, quien complementó: Macron, obviamente como este líder que se busca posicionar en contra de Putín de hay que tener ambigüedad estratégica, dijo que ‘Rusia no tiene que saber si somos capaces de atacarlos o no, se tiene que quedar con la duda”.

La reciente cumbre de la UE en Copenhague, Dinamarca, hizo foco en la situación ucraniana, con la publicación de cuatro proyectos emblemáticos que la Comisión Europea ha propuesto y priorizado incluyendo un «eastern flank watch» (vigilancia del flanco oriental), un escudo de defensa aérea, un escudo espacial de defensa y el «muro de drones».
Una ventana de acercamiento
En simultáneo, hubo un “guiño” de Trump a una propuesta de Vladimir Putin sobre renovar el START III (Tratado de Reducción de Armas Estratégicas), suspendido por la propia Rusia en febrero de 2023.
Firmado en el año 2010, poseía una prórroga desde 2020 hasta finales de 2025. El Kremlin indicó que su intención es renovarlo, generando la positiva reacción de su par estadounidense: «Me parece una muy buena decisión por parte del presidente Putín”.