En una conferencia de prensa ofrecida en la tarde de este miércoles, la familia de la niña cuyo abuso sexual en el Colegio San José fue denunciado hace un año, reveló una escandalosa trama de irregularidades, encubrimientos, mentiras y maniobras tendientes a desviar la investigación y orientarla hacia una conclusión temeraria: según la hipótesis planteada para cerrar la investigación, la niña habría sufrido las lesiones vaginales -que fueron observadas por un ginécologo como «compatibles» con un abuso sexual- como consecuencia de ejercicios de masturbación efectuados con un palo, o bien se habría introducido accidentalmente un objeto de esa naturaleza. La niña tiene sólo 7 años y de sólo plantear el tema de lesiones «autoinfligidas» genera incredulidad -para ser leves en la presunción-, pero al revelarse algunos pormenores del caso, directamente provocan indignación.
Los abogados querellantes Paola Condrac y Guillermo Munné llevaron adelante el grueso de las explicaciones, junto a los padres de la menor. En ese contexto, responsabilizaron a los fiscales Angela Capitanio, Gustavo Bumaguin y Favia Burella; al fiscal regional Diego Vigo; al fiscal general Jorge Baclini, entre otros funcionarios, de haber pergeñado una maniobra para introducir en la causa el testimonio supuestamente clave de una pediatra.
Esrta profesional atendió a la niña 20 días antes del hecho denunciado. El 8 de julio recibió en la guardia de la Clínica Nacer a la pequeña y a su madre. Según lo que declaró a la justicia, aunque Vanessa Carrasco había indicado que llevaba a la niña por un cuadro de vómitos, al ingresar al consultorio confesó que el motivo de la visita eran las lesiones ginecológicas que presentaba la niña. Siempre según ese testimonio, las lesiones pudieron ser accidentales o provocadas por algún objeto utilizado en una maniobra de masturbación. Basándose en ese testimonio, la fiscal Burella habría acusado a la madre de la menor de «mentir» en el desarrollo de la causa, a sabiendas de que hija ya tenía antecedentes de lesiones. De hecho, las lesiones descriptas por la pediatra eran exactamente iguales a las que encontraría 20 días después el ginecólogo.
Sin embargo, Carrasco negó totalmente la versión de la pediatra, que incluso describió la ropa que supuestamente llevaba la nena el día de la consulta. Curiosamente, las mismas que había vestido el día del abuso denunciado. La familia aportó pruebas contundentes de que la pediatra mintió deliberadamente: la niña efectivamente fue atendida en la guardia por un malestar digestivo, la pediatra no le recetó ninguna crema para la vagina sino que prescribió dos medicamentos de utilización habitual para patologías estomacales. La familia rescató la receta que tramitó ante la prepaga Sancor Salud y hasta el ticket de la farmacia Longoni, que proveyó los medicamentos. Más aún: por una casualidad, los padres de la niña tenían una foto de ella en la guardia, ya que como sólo uno de los padres podría entrar, la mamá le envió una fotografía de la nena en la sala de espera, con restos de vómitos en su ropa.
Pese a todas esas evidencias aportadas por los padres que dejaban al desnudo la mentira de la pediatra, ninguno de los fiscales intervenientes consideró necesario investigar a la pediatra e incautarle su teléfono celular, que podría contener información valiosa.
(NOTICIA EN DESARROLLO)