Este jueves 27 de junio desde las 22 (hora argentina), se realizará el primer debate presidencial de cara a las elecciones del 5 de noviembre en Estados Unidos, el 35° en su historia. El 36° será el 10 de septiembre.
El actual presidente, Joe Biden, y el ex durante el período 2016-2020, Donald Trump, se verán las caras en Atlanta y con transmisión de la señal estadounidense de CNN, visible en algunos cable operadores argentinos, pero que también podrá seguirse a través del canal oficial de YouTube.
Durante unos 90 minutos y con particular reglamento, los elegidos desde el Partido Demócrata y el Partido Republicano, este último con ciertos cuestionamientos en el procedimiento, darán el puntapié inicial a uno de los comicios más relevantes para el contexto político a nivel mundial.
¿Por qué es importante este debate en Estados Unidos?
Sea a nivel presidencial, provincial o municipal, crecen alrededor del mundo los cuestionamientos respecto a la relevancia o influencia de los debates entre candidatos a un cargo político.
El duelo Biden – Trump no escapa a este concepto, principalmente porque se da en un escenario ya crudamente polarizado y con conocimiento de la agenda de ambos. Incluso, con los antecedentes de la campaña del 2020.
La propia CNN, cadena encargada de una transmisión televisiva que en su última edición obtuvo una audiencia aproximada de 63 millones de personas, remarca la idea de que no repercutirá en la elección de los votantes.
Ronald Brownstein de CNN cita a Lynn Vavreck, politóloga de la UCLA, quien indica que “espera que, al igual que con los debates anteriores, los encuentros de este año tengan como mucho un efecto modesto en las preferencias de los votantes”.
Un paper de Vincent Pons, profesor asociado de la Escuela de Negocios de Harvard, y la estudiante de posgrado Caroline Le Pennec de la Universidad de California en Berkeley, analiza 62 elecciones de 10 países desde 1952 y llega a conclusiones similares.
En el caso puntual estadounidense, Pons y Le Pennec toman 56 debates televisivos de 31 elecciones de diferente ámbito y que los debates no ayudaban a los votantes indecisos a tomar una decisión ni hacían que aquellos que ya habían tomado una decisión cambiaran de candidato. «Si nos fijamos en la cantidad de personas que ven los debates televisivos y en toda la atención de los medios en torno a los debates, uno pensaría que los debates importan», indica Pons, para luego comentar que se sorprendieron al toparse con resultados opuestos.
Con mayor o menor influencia, el rol de este debate puntual de jueves por la noche recae en aspectos personales y físicos de los protagonistas, más que en elementos políticos concretos. El panorama se presta aún más para el show.
Traspasando las fronteras, esta jornada capta la atención no sólo por tratarse de una de las naciones más influyentes del mundo, si no que también da inicio a un eventual proceso de cambio en la estructura de la OTAN, mayores restricciones a la inmigración latinoamericana y desfinanciamiento a Ucrania, en caso de que el ex conductor de televisión triunfe y cumpla con sus promesas.
Las armas de Biden y Trump
El espectáculo conversacional se presenta con herramientas que ambos casos apelan a dramas personales o la condición física de los candidatos.
El presidente Biden podría ser atacado principalmente por su estado de salud. A los 81 años, ha generado preocupación en diversas apariciones públicas al notarse desorientado o brindando declaraciones incoherentes. Ronny Jackson, ex médico de la Casa Blanca, exigió en los últimos días que se le realice un test de drogas antes del debate. Los exámenes anuales oficiales de la presidencia sólo han indicado una leve dolencia en la cadera.
Hasta el momento, Trump ha comentado sobre la salud de Biden mediante burlas en sus discursos. Nunca frente al rostro de su contrincante.
El caso de Hunter Biden, hijo del candidato que fue hallado culpable por tenencia de armas y sigue siendo investigado, también podría salir a la luz. El drama de las fronteras y la inmigración descontrolada probablemente sea el foco político más fuerte de la discusión.
Por el lado de Trump, que tiene 78 años y tampoco es una figura joven, el inevitable punto de ataque será su condena por 34 delitos graves en el juicio de Nueva York por la falsificación de registros en el pago a la actriz porno Stormy Daniels.
La palabra “delincuente” podría ser escuchada junto a la “amenaza para la democracia” por las denuncias de fraude en 2020. Desde el equipo de comunicación de Trump aseguran que los casos judiciales de momento sólo aumentaron su popularidad y su recaudación de campaña.
El apoyo a Texas, degradación de los derechos reproductivos de las mujeres y la fomentación de la restricción del aborto son otras de las aristas débiles del republicano.
¿Cuál es el reglamento del debate en Estados Unidos?
Los dos candidatos rechazaron la Comisión de Debates Presidenciales de los Estados Unidos y eligieron a CNN como regidor del debate, motivo por el cual la transmisión oficial está a su cargo. Warner Bros le otorgó los derechos a otras señales, pero con logo y comentarios de CNN.
La discusión durará unos 90 minutos y tendrá dos pausas publicitarias, único momento en el que podrán dialogar con su equipo. No contarán con telepronter ni guías escritas, pero sí podrán realizar anotaciones propias durante la hora y media.
Con Biden a la izquierda y Trump a la derecha, el actual mandatario comenzará siempre a hablar. A diferencia del de 2016, estarán frente a un atril y no podrán desplazarse por el escenario. En 2020 se utilizó este formato, pero obligado ante las restricciones sanitarias por el Covid-19.
Dos factores relevantes y motivados por la indisciplina de los presentes: no habrá publicó en el lugar y se silenciarán los micrófonos fuera del turno. Tampoco se hicieron públicas las temáticas ni se realizará un chequeo de datos en tiempo real.