Un tribunal de la ciudad de Córdoba condenó a 13 años de prisión a un hombre acusado de intentar asesinar a su esposa en dos oportunidades, una de ellas utilizando un imán para desprogramar una válvula colocada en su cabeza tras una grave lesión provocada por él mismo.
El caso fue juzgado por la Cámara en lo Criminal y Correccional de 5° Nominación, que estuvo integrada por los camaristas Alfredo Fernando Villegas, Susana Blanc Gerzicich y Enrique Rodolfo Buteler, junto a un jurado popular. El acusado, identificado como D. N. H., fue declarado responsable de los delitos de lesiones gravísimas y tentativa inidónea de homicidio calificado por el vínculo y por mediar violencia de género, en concurso real.
Una agresión planificada como un “accidente”
Según se acreditó durante el juicio, el primer ataque ocurrió en septiembre de 2018, cuando la víctima, M. M. H., regresaba a su casa en motocicleta por una zona descampada de la localidad de Colonia Tirolesa. Allí fue interceptada por su esposo, quien la golpeó en la cabeza con un objeto contundente, en un intento de simular un accidente de tránsito. El golpe fue tan violento que la mujer quedó en coma durante meses y debió ser intervenida quirúrgicamente en varias oportunidades. A raíz de las secuelas, le colocaron una válvula de flujos en el cráneo, esencial para su supervivencia.
El intento de homicidio con un imán
Un año después del ataque, ya en proceso de rehabilitación domiciliaria, la violencia volvió a hacerse presente. D. N. H. ingresó a la habitación de su esposa y, con la intención de matarla, acercó un imán a su cabeza buscando desprogramar la válvula. Le dijo: “La válvula se va a desprogramar y vos te vas a morir, y nadie se va a enterar, así como nadie se enteró de que yo te golpeé con un fierro”. El intento no se concretó porque el imán no tenía la potencia suficiente para interferir en el funcionamiento del dispositivo.
Violencia sistemática y prolongada
El fallo judicial destaca que el vínculo entre la víctima y el agresor comenzó cuando ella tenía apenas 14 años y él 23. Desde entonces, D. N. H. ejerció violencia física, psicológica, celos extremos, aislamiento social y amenazas constantes, incluso hacia los hijos en común. La vocal Susana Blanc Gerzicich remarcó que el acusado instauró un régimen de control total desde el inicio de la convivencia, situación que se intensificó tras el primer ataque.
Una condena ejemplar
Si bien la tentativa de homicidio fue considerada inidónea, lo que legalmente permite reducir la pena, el tribunal resolvió aplicar una condena severa por la elevada peligrosidad del imputado y la violencia sistemática sostenida en el tiempo. También se valoraron como agravantes el impacto en los hijos y las secuelas permanentes que sufre la víctima, quien debe vivir medicada y con riesgo de convulsiones.
“La acción no fue solo contra su cónyuge, sino también contra sus hijos, quienes se vieron privados de su madre, que se salvó de milagro, y de su padre, hoy condenado”, expresaron los magistrados.
La condena busca reparar en parte el profundo daño causado y marcar un precedente ante casos de violencia de género extrema.