El tenor del anuncio de Keir Starmer, primer ministro de Reino Unido, este lunes desde Escocia, sorprendió en materia bélica. El mandatario anunció que su nación ya está “preparada para la guerra”.
Las declaraciones del líder laborista tienen como epicentro a Rusia, indicando que la situación es “más grave, más inmediata y más impredecible que en cualquier otro momento desde la Guerra Fría”.
Desde Glasgow, Starmer presentó este 2 de junio a Revisión Estratégica de Defensa, donde no sólo brindó detalles del aumento de inversión en las fuerzas armadas, sino que también dejó conceptos como “creciente agresión rusa”, “acciones imprudentes aumentan el coste de la vida en nuestro país»” y “a preparación para la guerra como el objetivo central de nuestras fuerzas armadas”.
El anuncio corresponde a una percepción de creciente tensión entre Rusia y Ucrania, con eventuales repercusiones de gravedad para el resto de Europa. A pesar de la reunión que se celebra este lunes en Estambul, Turquía, entre emisarios de Moscú y Kiev, los acuerdos de paz parecen estar lejos y ya se ha roto lo concertado en encuentros previos.
El propio Starmer fue parte hace un par de semanas de una visita de mandatarios europeos a Volodimir Zelensky, presidente de Ucrania, acompañado de Emmanuel Macron (Francia), Donald Tusk (Polonia) y Friedrich Merz (Alemania). Allí, con llamada telefónica de Donald Trump (Estados Unidos), se establecieron ciertos lineamientos para la continuidad de la financiación y eventuales intervenciones directas.
Previo a la conferencia de este lunes, el premier británico había brindado una entrevista más austera en declaraciones, pero con otro tipo de conceptos respecto a posible intervención en suelo ucraniano.

“Yo espero que no, y para asegurarnos de que no sea así, debemos prepararnos”, respondió Starmer ante la posibilidad de enviar tropas británicas y agregó: “Rusia ha demostrado en las últimas semanas que no se toma en serio la paz, y tenemos que estar preparados”.
Brindando una visión general de lo que pueden compartir su pares de la región, también destacó: “Creo que es un sentimiento común en toda Europa y, en general, hay mayor inestabilidad en materia de defensa y seguridad que en muchos años, y mayores amenazas, lo que obviamente está repercutiendo directamente en el Reino Unido. De ahí la revisión”.
Starmer habló de entregar «paz» mediante la «fuerza», en lo que se puede traducir como la tradicional disuasión armamentística. La misma la extiende al resto de la OTAN, bajo la idea de una defensa colectiva.
Los números
El incremento del porcentaje del PBI de Reino Unido destinado a Defensa crecería del 2,3% al 2,5% para 2027.
En elementos concretos, construirá hasta 12 nuevos submarinos de ataque de propulsión nuclear, invertirá 15.000 millones de libras en su programa de ojivas nucleares y 1.500 millones de libras en seis fábricas de municiones y componentes explosivos.
El anuncio puede corresponder a una crisis política
El protagonismo de Keir Starmer no se aísla a este anuncio, sino que corresponde a una serie de medidas de peso que el primer ministro encabeza desde mediados de mayo, cuando su partido perdió elecciones regionales ante Reform UK, el partido de ultraderecha en crecimiento.
Hace dos semanas, el sacudón desde la gran isla giró en torno a la política migratoria. Starmer endureció requisitos para «recuperar el control de nuestras fronteras» y que no se convierta aún más en una “isla de extraños”.
En resumen, los cambios incrementan los requisitos idiomáticos, aumenta las calificaciones de visado y sube a 10 los años necesarios para obtener residencia. Si bien establece un periodo de extensión hasta 2028, diversos partidos de la oposición lo califican como riesgoso para el campo laboral.
Precisamente la inmigración es una de las banderas de Reform UK, partido que sumó 10 nuevos concejos tras el 1 de mayo. Su plataforma política se basa en un fuerte nacionalismo y euroescepticismo, una de las principales disputas dentro de la Unión Europea que Reino Unido dejó y parece arrepentirse.

A pesar de ser un acto reflejo en búsqueda de parte del electorado, el cual parece abandonarlo rápidamente con una imagen positiva de sólo el 23%, las medidas de Starmer siguen la corriente de una problemática general de otros países de Europa central con condiciones similares.
La necesidad de reforzar no sólo su estadía en Downing Street, sino también los lazos del pueblo británico con lo propio, han acompañado las medidas que tampoco escapan a una evidente coyuntura. La elección del lugar del anuncio de este lunes no escapa a la teoría de nacionalismo en crisis.

“No es el control, es el caos”, fueron una de las frases de Starmer al hablar de cifras migratorias en los últimos años. Quizás, dicho elemento explique en parte la toma de decisiones recientes y la inclinación por un “populismo localista” por el cual varios miembros de Occidente han optado en sus gestiones actuales.