El furor que provoca la presencia de Franco Colapinto en la F.1, lejos de atenuarse, va creciendo. Con el talento del piloto, pero también con su carisma y sus estrategias de marketing, que para este fin de semana generaron otro golpe de efecto. A la decisión de Franco de utilizar un casco decorado de igual manera al que utilizara Carlos Alberto Reutemann, se sumó otro importante detalle. Gracias al aporte económico de la empresa Mercado Libre, durante las competencias a disputarse en México y Brasil, el Williams tendrá una decoración amarilla en el cubromotor. Combinado con el azul de la escudería inglesa, los autos recrearán los colores históricos que identificaron a los autos de equipos que representaron a la Argentina en el mundo.
Esos colores….
Cuenta la revista Automundo que a principios del Siglo XX, a partir del impulso que tomó el automovilismo en distintos países, la Asociación Internacional de Automóviles Clubes Reconocidos (la FIA de aquellos años) pidió a sus asociados elegir distintos colores para pintar a los vehículos que los representaban. La iniciativa de la entidad, fundada en 1904, surgió a partir de la disputa de la Copa Gordon Benett, una carrera que dividía a sus participantes por naciones.
Reino Unido, Italia, Francia y Alemania fueron los primeros en elegir sus tonos internacionales. El British Racing Green (verde) se eligió para las escuderías británicas; el Rosso Corsa fue el tono rojo seleccionado por los teams italianos, con Ferrari como principal referente; el Bleu (azul) identificó a los franceses; mientras que el blanco quedó para los germanos, quienes en la década de 1930 prefirieron utilizar las carrocerías de aluminio sin pintar para ahorrar peso, dando origen a las Flechas de Plata, como se conocía a los Mercedes alemanes.
Respecto a la elección de los colores argentinos hay varias versiones. Horacio Anasagasti pintó su auto de celeste y blanco en las pruebas que disputó en Francia en 1912 y 1913; aunque dos décadas después los participantes argentinos que intervinieron en el Gran Premio de Río de Janeiro de 1933 lo hicieron con la combinación azul, para la carrocería; y amarillo, para el capó; y negro, para el chasis (en esa época aún estaban expuestos).
Esta última combinación sería la que se mantendría en el tiempo y trascendería a fines de la década de 1940 a través de las Temporadas Internacionales organizadas por el Automóvil Club Argentino, que se había incorporado al AIACR en 1927.
Boquita y el Gran Premio de Rafaela
Colapinto, que ya eligió el número 12 para correr en Fórmula 2 como homenaje a la popular hinchada xeneize, dijo cuando presentaron el Williams en la previa del GP de México: «los colores de Boquita, y perdonen los que no son hinchas de Boca».
Pues bien, no fue el primero en asociar los colores boquenses al automovilismo. La leyenda cuenta que la insistencia para mantener esos colores para esas pruebas realizadas entre 1947 y 1949 fue de Francisco Borgonovo, miembro del ACA a cargo de los eventos. Borgonovo, ferviente admirador de Boca Juniors, no dudó en mantener esa tonalidad como homenaje al club de la ribera del Riachuelo.
Así, aunque los testimonios en blanco y negro de las fotos de los monopostos corriendo en el empedrado en torno a la jefatura de Rafaela no lo revelen, hubo «azul y oro» en las carrocerías de algunos autos que corrieron en el Gran Premio Internacional que tuvo uno de sus capítulos de 1947 en las calles del centro rafaelino. Un trío de ases extranjeros liderados por los italianos Luigi Villoresi y Achille Varzi dominaron las pruebas de clasificación, pero no participaron luego de la carrera, ya que ésta se suspendió en la fecha original por una inoportuna lluvia. Ganó Oscar Gálvez, con un Alfa Romeo…rojo. No obstante, el Alfa Romeo de Oscar también supo lucir los colores nacionales del automovilismo.
River y el Vaticano
Sigue contando Automundo que cuando el ACA tuvo su equipo en la Fórmula 2 Internacional a fines del ’60 -con Carlos Reutemann en la butaca de un legendario Brabham de la categoría- los autos se pintaron de blanco y amarillo en lugar de azul y amarillo como ya era tradición. El cambio fue responsabilidad del entonces presidente de la institución, el Dr. César Carman, quien era hincha de River Plate. “Somos todos cristianos, vamos con los colores del Vaticano”, dijo, como para cerrar cualquier discusión. Si el rojo y blanco de River no estaba en las máquinas, por lo menos que lo hicieran los colores de los representantes de Dios en la Tierra…
Incluso hasta no hace muchos los pilotos argentinos que competían en el exterior solían combinar en sus cascos los colores de la bandera de Argentina con vivos azules y amarillos, pese al particular origen de esta selección. Lo hizo Reutemann, con un casco que se transformó en icónico y al que también el inteligente Colapinto, tan rápido en la percepción del sentimiento nacional de los hinchas del deporte argentino como detrás del volante del Wililams, aprovechó para esta ocasión.
Si bien la costumbre de los colores internacionales fue abandonada definitivamente a fines de los ’60 -cuando comenzaron a aparecer los primeros patrocinadores que impusieron sus propias decoraciones icónicas, como el negro de John Player Special en los Lotus; o el rojo y blanco de Marlboro en los McLaren-, en la Fórmula 1 hay algunos equipos que aún hoy en día respetan esta tradición como Ferrari, con el Rosso Corsa; Aston Martin, con British Racing Green; Alpine con el azul o Mercedes con el plateado.
Ahora, Franco devuelve en parte esa costumbre al auto con el que quiere confirmar su lugar en la F. 1. Que sea con suerte!
Fuente: Con material de Automundo