En Rafaela, la situación económica sigue obligando a las familias a desplegar distintas estrategias para sostener el día a día. El reciente relevamiento socioeconómico del municipio indica que casi tres de cada diez hogares utilizan sus ahorros para cubrir gastos corrientes, un recurso que, si bien muestra una leve baja respecto a 2024, continúa siendo muy elevado. En paralelo, crece el número de familias que recurren a préstamos para solventar necesidades básicas: el 1,7% de los hogares lo hizo en 2025, contra el 1,4% del año pasado.
El informe permite trazar un panorama de la vida cotidiana en la ciudad, dando cuenta de cómo las familias se las ingenian para adaptarse a las tensiones económicas, aunque no sin dejar al descubierto las vulnerabilidades que atraviesan.
La asistencia estatal también aparece como un sostén relevante. El 7,9% de los hogares rafaelinos se encuentra comprendido en algún programa de ayuda social o de empleo, lo que representa cerca de 3.500 familias. Entre ellos, la Asignación Universal por Hijo mantiene el mayor alcance, presente en el 73% de los hogares que reciben asistencia, seguida por la Tarjeta Alimentar, que alcanza al 42,6%. A nivel local, el Suplemento Alimenticio Familiar, implementado por el municipio, se posiciona como el tercer programa más extendido y está dirigido a la entrega directa de alimentos. Este último punto refleja una tendencia creciente: cada vez más familias demandan asistencia alimentaria inmediata, un fenómeno que se profundizó en el último año.
Los comedores comunitarios y la entrega de viandas en los domicilios también experimentaron un aumento. En 2025, el 1,9% de los hogares declaró que al menos un integrante asiste a comedores, mientras que un 4,8% recibe viandas en su casa. Ambos valores superan a los de 2024, cuando eran del 1,8% y 3,1% respectivamente, evidenciando un deterioro en las condiciones socioeconómicas de una parte de la población. Desde la Secretaría de Desarrollo Humano y Salud del municipio confirmaron que la demanda de alimentos crece de manera sostenida, especialmente en los dispositivos y programas de asistencia locales.
Los ingresos laborales continúan siendo la principal fuente de sustento y alcanzan al 80,9% de los hogares. Sin embargo, aparecen otras alternativas que complementan —o en ocasiones sustituyen— al trabajo. El uso de jubilaciones y pensiones descendió en términos interanuales y se ubica en el 33,5%, reflejando el impacto de la pérdida del poder adquisitivo entre quienes ya no están en edad laboral activa, necesitando otros ingresos extras para vivir. El recurso de los ahorros, aunque en baja respecto al 40% registrado en el pasado, sigue afectando al 29,3% de los hogares. Paralelamente, creció el endeudamiento a través de créditos y préstamos, alcanzando a casi dos de cada diez familias, pasando del 1,4% en el 2024 al 1,7% este año.
Otra estrategia observada fue la venta de pertenencias, que apareció en el 6,7% de los hogares, mientras que un 4,2% declaró haber recibido ayuda en forma de mercadería, ropa o alimentos por parte de instituciones, familiares o redes sociales cercanas.
Los datos revelan que ante un escenario de pérdida de ingresos, los rafaelinos multiplican las estrategias para llegar a fin de mes. Ya no se trata solo de ajustar consumos, sino también de recurrir al ahorro, al endeudamiento y a diversas formas de apoyo externo, configurando un entramado de esfuerzos que muestra tanto la capacidad de resistencia como las fragilidades que atraviesa la ciudad.