Por Miguel González
Se vienen jornadas claves para la definición de precandidaturas a cargos electivos en los comicios locales y provinciales. El 7 de mayo será la fecha tope en que los partidos políticos deberán inscribir sus alianzas, mientras que el 12 de mayo cerrará el proceso de inscripción de precandidaturas en cada partido y el 15 de mayo sucederá lo propio con el plazo de inscripción de listas ante el Tribunal Electoral.
Mientras corren los días se aceleran proporcionalmente los contactos y movimientos en cada partido y en cada alianza. A nivel provincial es un hecho la constitución del denominado Frente de Frentes, ahora oficialmente conformado bajo el títuto «Unidos para Cambiar Santa Fe». Se trata de una nueva versión de la exAlianza Santafesina, que a fines de los años ’90 supo reunir a figuras ideológicamente tan disímiles como el radical conservador Horacio Usandizaga, su correligionario alfonsinista Luis «Changui Cáceres; los socialistas Hermes Binner y Eduardo Di Pollina, los demoprogresistas Alberto Natale y Carlos Favario, entre otros.
En la versión 2023 se incorporó al PRO como novedad de sello partidario, aunque no ideológico: el sector más conservador -genéricamente definido como «derecha»- que expresaba Usandizaga no es muy distinto de la que ahora reflejan radicales y macristas alineados en Juntos por el Cambio. Tampoco debe sorprender que el socialismo junte sus manos autodefinidas como progresistas con aquél sector con el que históricamente se alineó cuando se trató de enfrentar el objetivo de bajar al peronismo del poder provincial. Hacerlo ahora, frente a un peronismo golpeado a nivel nacional y deambulando en un mar de contradicciones provinciales, parece mucho más fácil de lo que era a fines de los ’90, cuando todavía regía la ley de lemas y Reutemann y Obeid estaban en sus respectivos apogeos. Media docena de otros sellos partidarios provinciales, entre ellos el PDP y la Coalición Cívica, se sumaron a este frente antiperonista santafesino.
¿Y por Rafaela, como andamos?
Claro que el tema que ahora ocupa es Rafaela. Leonardo Viotti será el candidato a intendente del frente antiperonista. Por lo menos, el que correrá con las riendas del comisario. Fue la «esperanza blanca» -así se llamaba a los boxeadores de raza blanca de peso pesado que en los años ’60 y ’70 desafiaban a los púgiles de raza negra que dominaban en la categoría reina del boxeo- en el 2019, luego de arrasar en los comicios a concejales de 2017. Los años le dieron más madurez a Viotti, que ya no habla de quince proyectos para transformar la seguridad de Rafaela ni denuncia la presencia de fetos en las cloacas. La mala: los años transcurridos le quitaron mucho abrigo a la esperanza que encarnó en el turno anterior.
Es incontrastable que el Viotti del 2023 no representa la misma expectativas del 2017, porque ya hubo un 2019 (candidato a intendente) y un 2021 (renovación de concejalía) y porque en total fueron seis años de ocupar una banca sin que la ciudad tenga en un cuadro de honor algún aspecto de su labor. ¿No pudo, no quiso, no supo, no lo dejaron o no demostró? Cada ciudadano tendrá su propia opinión. Lo real es que no hay una «ordenanza Viotti», una «ley Viotti», un logro de la gestión Viotti, que haya cambiado la vida de los rafaelinos.
El lector dirá, con justa razón, que el Concejo no es el Ejecutivo. No. Pero un Concejo con una mayoría opositora es una respetable concentración de poder. Si alguien duda, puede entrar al sexto piso, indagar y conocer que en ese piso Juntos por el Cambio acumuló poder. Y lo usó: ocupó cargos, carguitos, puestos y puestitos. No dejó casillero sin ocupar. ¿Qué es lo que no hizo Juntos por el Cambio, entonces? No conformó un equipo. Equipo. Bendita palabra.
Un equipo a la derecha
Equipo. Incluso un mal equipo puede significar algo mejor que no tenerlo. Si hubo un intento en 2019, si hubo una «esperanza blanca» -entiéndase la metáfora, claro- de que por fin un opositor podría romper 30 años de hegemonía peronista en la ciudad, ¿dónde está el equipo que formó Viotti -o alguien del espacio opositor, llámese como se llame- en este tiempo para gobernar un Estado local que administra transporte público, recolección y tratamiento de residuos, salud, obras públicas por miles de millones de pesos, prevención en seguridad, tránsito, políticas de educación y vivienda, entre tantas otras cosas? Manejar un aparato estatal de 1.500 empleados requiere mente y corazón: es necesario dominar y conocer lo que pasa desde los vericuetos administrativos y la catarata de expedientes, hasta cómo se junta la basura en los barrios y cómo se distribuye la ayuda social, el patrullaje de la GUR, el gasoil de los colectivos, los espectáculos culturales, la asignación de becas, y …. ¿Dónde, quién, cómo, con qué ideas, con qué proyectos? Si lo sabe, vote.
Estos interrogantes no se plantean sólo desde una columna periodística. Se los hacen también los que golpean las puertas del municipio para pedir respuestas. Viotti es una pieza de una maquinaria mucho más compleja. Es la pieza más visible, por mérito propio. Pero es la estructura de la oposición la que debe a la ciudad esa materia pendiente. Incluso para aprovechar mejor esa mayoría de votos con decisión que la ciudadanía le depositó en su poder. Gobierna el Ejecutivo, es cierto. Pero cuando enfrente hay una estructura sólida, no hay lugar para el verso: el intendente de turno debe gobernar con los límites que corresponde, con las facultades que se le confirieron y con las líneas que la ciudad pueda marcar. Lo otro, justificar que el Ejecutivo hace lo que quiere porque tiene los equipos técnicos y el poder para ejercerlo, es quedarse en la sencillez de la crítica sin alternativas. Puede servir, se puede entender, es comprensible. No alcanza para dar la talla que se requiere para las responsabilidades mayores.
¿Quién, yo?
Ahora, los nombres. En las PASO, ¿habrá contrincantes para Viotti? Seguro que él prefiere que los rivales internos estén en las PASO y no en las generales, donde a mayor polarización, mejor suerte le espera. En los corrillos se dice que Maximiliano Pullaro, ya lanzado a disputar la candidatura a gobernador con quien se le ponga enfrente -Carolina Losada, finalmente- está buscando un aspirante a competir con Viotti en las PASO de la categoría intendente. ¿Lo tentó al expresidente comunal de Ramona y ahora concejal de Rafaela, Ceferino Mondino? Dicen que a Mondino no le disgusta la idea, pero que ya advirtió que mucho dependerá de la carrera deportiva de su hijo Tomás, de quien Ceferino es entrenador. Ese trabajo ya le costó varios faltazos al Concejo y alguna cuota de recelo en el día a día del cuerpo legislativo.
Mauricio Basso es otro nombre que volvió a sonar. Pero Basso está mucho menos entusiasmado que años atrás, quizás porque también asumió responsabilidades en el grupo empresario familiar. En todo caso, parece que Pullaro también se lo reserva como una carta en la manga para ofrecerle el Ministerio de la Producción en la hipótesis de que sea el futuro gobernador. ¿Tanto? La cartera de Producción es la de menos presupuesto. Y es un hueso que siempre cae en los representantes del «interior» provincial, con peronistas o «frenteros»: Perotti inició allí su carrera provincial en los ’90 durante la gestión de Obeid y Juan José Bertero lo fue en tiempos de Binner. Otro rafaelino «quedaría bien» en ese puesto de poco presupuesto, en gabinetes con abrumadoras mayorías de santafesinos y rosarinos, como ocurrió históricamente.
¿Mársico? Un caso especial. Mársico tiene dos obsesiones. Tres, si se le suma una que está en segundo plano. La primera es sostener la presencia del PDP en las bancas del Concejo rafaelino. La segunda, ubicar en un asiento con voz y voto a la arquitecta Carla Boidi. La tercera es un sueño que acuna desde lejos: ser intendente. Desde mucho antes de que se perfilara en el horizonte el frente de frentes Mársico venía pensando en atar el vagón del PDP al tren de Juntos por el Cambio. Lo demostró en cada intervención en el Concejo.
Estar en el espacio en que ahora está le abre posibilidades. Por ejemplo, presentar sin remordimientos una lista propia, para responder a la estrategia que ya el PDP usara en el Frente Progresista. Él mismo encabezando, con Carla Boidi en segundo lugar. Y la lista tributando a Viotti intendente en las PASO. O apostar fuerte y candidatearse él como intendente, dejando a Boidi encabezando la lista del partido. Una buena elección, en caso de esta última opción, lo dejaría bien parado para una eventual negociación de espacios de poder en una hipótetica Municipalidad conducida por «Unidos». O hasta algún lugar en el amplísimo espectro de los cargos provinciales, si también su ficha estuviera en el lugar correcto en las PASO provinciales y los «Unidos» ungieran al ganador de septiembre.
Hay más notas y apuntes
Entre los que terminan el mandato está Germán Bottero, a esta altura un concejal casi vitalicio. Es el presidente del cuerpo, y conoce sus limitaciones de popularidad: los números no le dan para ser candidato a intendente. ¿Puede tener un ticket en la lista de diputados provinciales, esa beca que se reparten rosarinos y santafesinos con voracidad de pirañas en cada cierre de listas? Difícil. ¿Ser el uno de los concejales, para traccionar a la lista que arme Viotti? Posible. Se sabrá en el último minuto de la última hora del último día de inscripciones de nóminas.
En los campamentos de la oposición se dice que Viotti quiere repetir la experiencia de traer a un «extrapartidario» a un puesto muy expectante de la lista. Y que para eso penso en el presidente de un club de mucho arraigo en la ciudad. Dicen que al hombre no le cayó mal la idea. Y que como el rumor se esparció rápido en bares y cafés donde se habla de política, el club recibió hace poco una oportuna visita, con todos incluidas, del intendente Castellano.
En tren de promesas y negociaciones, «Unidos» tiene abiertos muchos casilleros ante la expectativa de ser gobierno en la provincia, para lo cual necesitará representatividad territorial. Y ahí también habrá lugar para conformar a los que se sientan relegados.
En ese guiso de especulaciones, son un condimento menor las ramas colectoras de la UCR y del socialismo, reducidas a una expresión mínima y despojadas casi en su totalidad de la representatividad que en otros momentos supieron ostentar. Todo esto dentro de los «Unidos». Y todavía falta desmenuzar qué pasará con el retornado Lalo Bonino, con los ProVida que lideran Delvis Bodoira y Juan Argañaraz; y con algún vecinalista que se anime a intentar jugar en las ligas mayores. Temas para otra nota, como vendrá también el análisis de lo que está pasando en el desconcertado bando del oficialismo municipal.
Finalmente, ¿en el espacio opositor habrá un todos contra todos en unas PASO que definan, con la excepción de los libertarios -quizás en alianza con los «ProVida»- haciendo rancho aparte? Si entre los «Unidos» hay pacto de no agresión, podría ser. Tema no menor: el cupo femenino. De todos los nombres en danza, sobran los caballeros y las damas aparecen sólo en segundo plano. Pero a la hora de las listas, miti y miti. A no perder el detalle y ejercer el cupo desde la convicción antes que desde el discurso machirulo deconstruido.
Aguas agitadas. Ninguna certeza. Muchas especulaciones, mucha reserva. Anote todo en lápiz, para la tinta ya habrá tiempo.